Que nuestra vida sea un himno cotidiano
que se renueva cada día,
como las rosas que el rosal ofrece
todas distintas pero todas nacidas de una misma savia,
cuando a la luz abramos nuestros ojos
serán una oración nuestras miradas
con que los dos nos demos gracias
porque nos hemos revelado el uno al otro las verdades
que en otros dormían
profundas, como sombras que se duermen
al pie de las altas montañas
y que nunca se advierten
aunque llenas de luz estén las cimas,
porque desde la altura no se acierta
a ver las claridades de lo hondo.
Pero tú me has mirado claramente
y tus ojos han visto,
desde la cima lo que había al pie
de la montaña, las verdades hondas.
Y un resplandor celeste ahora me llena
porque tú me has sabido mirar con ojos puros,
y como yo ahora mismo
mi alma al través de tu mirada misma
la veo toda clara, por gracia de tus ojos
y me inclino hacia ti, para mirarla.
Y tú a tu vez, hacia mis ojos vienes
para mirar mejor tu propia alma.
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Que nuestra vida sea un himno cotidiano
se encienda todo el ser y se ilumine
y sea todo ardor de claridades
porque a fuerza de ser ardiente y claro
tendrá conciencia de que en este fuego
su más alta misión y cima tiene
y no su acabamiento.
Y así cuando el rosario de las horas
pase bajo las manos escrutadoras,
no nos hará rezar por las lejanas cosas
ni por el porvenir.
Sino vivir la hora que sentimos
llena de ayer y de hoy y de mañana.
Porque así un árbol al hacerse hoguera
quema las ramas secas
quema las ramas muertas
pero quema también las ramas vivas,
las que son fruto cierto,
y las que en brote, fruto habrán de ser mañana.
Y en un sola llama todas ellas
arden y meren de suprema muerte.
Así alimentaremos nuestra vida
de ramas de recuerdos y esperanzas
de ayer, de hoy y de mañana
todo para la hoguera del momento
en que los dos tomamos luz y lumbre.
Todo lumbre y activo, nada inerte
todo vibrante e iluminado, todo vivo.
(¿Y tú sabes por qué? Sí, tú lo sabes.)
Todo será por fuerza de este amor humilde y sencillo
que los dos nos tenemos, sin que nadie se fije
en nuestro amor, por humilde y sencillo
como nadie repara en un juego de niños
que sin embargo puede ser el símbolo
más alto de la vida.
Poema de Pedro Salinas [Madrid, primavera 1914]
Libro "Poesías completas" (Poemas inéditos)
1 comentarios:
esta poesìa me parece una sabia càtedra de sentimientos profundos.
gracias Anita la màs bonita.
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