Si te dijera

Si te dijera
que la calle que tengo enfrente
parece vieja conocida
que por sus aceras caminé
en algún momento

Si te dijera
que extraño también mis espacios
donde puedo llorar
sin ser visto

Si te dijera
que el campo con sus flores amarillas
me recuerdan un cuadro de Van Gogh

Si te dijera
que hubiese mojado mis labios
en ese arroyo oscuro
que se forma entre tus piernas

Que el perfume de los árboles
y el canto lejano de los pájaros
ambientaron tu amor y el mío

Si te dijera
que no sé qué hacer con mi vida
que en este instante
necesito tu presencia, tu mirada
pues tus ojos siempre fueron discretos espectadores

Si te dijera
que una Iglesia alta, muy alta
me está mirando
y que me gusta su fachada
es sobria y gris como son mis días

Si te dijera
que te amo
lo escuchaste ¡tantas veces!
que perdió fuerza

Si te dijera
que sin saber
a pesar del arroyo
de mis espacios
y tú presencia
Espero el abrazo
de tu cuerpo cálido
las palabras que no son dichas
y el paseo de tus dedos por mi piel

Anticipaciones I

Hablemos, por ejemplo, de la muerte,
de la rota iridiscencia de sus vestidos,
de la indiferencia con que asienta sobre nosotros sus manos,
y una mañana, a pesar del patio que está quieto y sin novedad,
a pesar de que la ciudad sigue tragando obreros
como en un festín impiadoso,
se te aparece ella y te dice: “vamos, muérete, que a eso viniste”.
Entonces tú, que has aprendido las mañas de la bestia,
le dices que no, que por papeles eres joven,
que no has alcanzado la edad en que aparecen las canas,
ni que conoces, por decir lo primero, Sumatra.
Y te defiendes del hueco que empieza a abrirse en la tierra,
ese, que al fin será tuyo, sin tasas ni hipotecas,
y te defiendes de las más lozanas flores
los epitafios grotescos, repetidos, impersonales.

Ella sigue ahí, tranquila, limándose las uñas,
bebiendo tu café, fumando con impostada o natural soberbia
dejando que te agotes, que le hables,
que le digas lo de siempre, la injusticia, el tiempo,
que considere todo lo que aún no hiciste,
las mareas que no acabaron de lamer tus tobillos,
esos crepúsculos entre naranjos del Tucumán que nunca viste,
los hombres que no probaste...

Al fin se va, se levanta con esa elegancia de matrona raída,
y crees que la has convencido, cuando consideras tu vida,
y tomando la soga que sin querer, ella ha dejado sobre la mesa,
la pones en tu cuello y te lanzas al vacío, impiadosamente,
poniendo, en el salto, esa última mirada de esperanza,
esperando la mano amorosa que no habrá de salvarte.

Escenario III

Sentados aquí, mirando esta lluvia,
jugamos a los pájaros ciegos
y nos anduvimos el cuerpo con las manos.

(fragmento)

Mulberry Street



Mulberry Street

Dicen que arrodillarse es humillante.

Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.

Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.

Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.

Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.

Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.

Entonces es divino arrodillarse.

Carta

Mi amada
estará pensando en mí:
¡la una de la madrugada!

¿El amor empieza así,
cada uno solo en su lecho,
sin dormir,
y deseando recibir
otro balazo en el pecho?

El camino
clandestino
con rumor de sabia nueva
y tierra sin pisar, ¿ lleva
a buen fin, a buen destino?
¿O es otra vez el ciclón
que empieza con un suspiro
y que acabará de un tiro
partiéndome el corazón?

No lo sé.
Me temo quo lo sabré
cuando estén llenos de azufre
los silos de la memoria:
¿Sólo comprende el que sufre?
¿Sólo el dolor tiene historia?
¿O quizás, y todavía,
será posible inventar
la historia de la alegría?

¡Preguntar y preguntar,
desvelado,
con azufre en el pasado
y fracturas y despojos
en donde ponga los ojos!

Sin embargo, ¡ah, sin embargo,
don Antonio!,
por entre un saber amargo
aguardo como un demonio
que una mujer, desvelada
por un secreto y un hombre,

ponga mi nombre en su almohada
y al fin se duerma dichosa
con una mano olvidada
orilla a su oscura rosa.

¿No escarmienta la ilusión?
¡La una de la madrugada
y el tictac del corazón
avanzado, sin dormir
y afanoso,
por el tiempo misterioso
que aún falta para morir!

Brindis

Brindo por seguir vivo
por encontrarme contigo mañana
brindo por ser humano
morir cada noche al encuentro
de la mujer que amo,
entre sus piernas, edén abierto,
entre sus brazos convertidos
en amor y sueños.

Daños colaterales

Como una pesadilla he atravesado el túnel.
Ya estoy a la salida. Ha sonado el silbato.
¿Han venido a buscarme? Se acercan
los heraldos de la muerte, les veo venir
muy dentro... Ya sólo tienen una misión:
Purificar las heridas que atraviesan mi cuerpo y
disponer el día del lento sacrificio.
De todo lo que fui, sólo queda una sombra,
un herido fantasma, confuso y desarmado
que se dispone a abandonar desolado la escena.
En la última batalla con lo oscuro,
los daños colaterales resultaron mortales.

Jose Infante Martos

Tus ojos que nunca se cansaron de los míos

«Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
porque nuestro amor declina».

Y responde ella:
«Aunque nuestro amor se desvanezca,
permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,
y qué lejano nuestro primer beso,
y qué viejo parece mi corazón!».

Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
«La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones».

Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un animalillo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño; y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.

«No te lamentes», dijo él, «que estamos cansados
Porque otros amores nos esperan,
odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable,
ante nosotros yace la eternidad,
nuestras almas son amor y un continuo adiós».

Poema de William Butler Yeats
Versión de Luis Zalamea

Asomado al balcón que soy yo porque te amo...

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía.
Frente a mi soledad
se alza seriamente
un viejo panorama de edificios sin luna:
luces suaves
de esta madrugada
con gente triste y niebla en las glorietas.
Luces brillantes de la madrugada.

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
casas cerca del mar,
ese cansancio azul de los hoteles,
los cuartos alquilados
donde alguien ha muerto alguna vez.
No pasarán,
los días,
tan despacio.

Pero vendrán las lluvias,
la nostalgia creciendo
como crece el amor en épocas de guerra.
Alguien recordará, seguramente,
el largo invierno del ochenta y seis.

Poema de Benjamín Prado

Cuando estaba esperándote ...

OTRA vez esta noche,
Cuando estaba esperándote,
Me dormí, y en mi sueño
Oí una voz llamándome.
Una voz larga y triste,
Apenas susurrante,
Como un sollozo roto
En los dedos del aire.
Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.
Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.
La voz de un viento oscuro
Que se esconde en los árboles
Y hace temblar sus copas
En la luz de la tarde.
Una voz que me llama
Y no quiere llamarme.
Una voz que parece
Que se apaga al callarse.

Poema de José Bergamín

Por qué ...

TÚ que sabes tantas cosas,
Dime por qué vuela el pájaro;
Por qué crecen las espigas;
Por qué reverdece el árbol.
Por qué se alumbran de flores
En primavera los prados.
Por qué no se calla el mar.
Por qué se apagan los astros.
Por qué es sonoro el silencio
En la soledad del campo:
Y el agua corre a esconderse
Entre su risa y su llanto.
Por qué el viento aviva el fuego
Cuando no puede apagarlo.
Por qué el corazón se duerme
Si el alma sigue soñando.

Poema de José Bergamín

Alba González Sanza XI PREMIO "GLORIA FUERTES" DE POESÍA JOVEN

XII

Explicar el insomnio es
un antiguo parte de guerra.
Las llanuras de Maratón
o una trinchera bajo el frío
en los bordes de Europa.
Una guerra de sangre
de barro y gritos
atragantados.
Una guerra ebria
de literatura.

Mejor así,
aunque trágico.
Mejor así que contar
cifras sin cuerpo
o nombres numerados
de viejas batallas.

Mejor así, con ojeras
y febril necesidad
de herirte.



ALBA GONZÁLEZ SANZA nació en Oviedo en 1986. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en estudios feministas. En la actualidad realiza su tesis doctoral. Es parte de la coordinación del proyecto Hesperya, asociación cultural compuesto por una revista y una editorial que promueve, entre otras cosas, el encuentro nacional de poesía joven La Ciudad en Llamas. Escribe crítica literaria en el blog La tormenta en un vaso. Ha publicado poemas en diversas revistas y alguna antología.

Apuntes de espera
es su primer libro publicado.

Para un bebe

Erase una vez que se era
una mañana fría
unas sabanas calientes
una nube mullida
un sueño de caramelo.

Erase una vez que se era
un príncipe azul
una niña valiente
una madre complaciente
una tata mimosona

Erase una vez que se era
un día que era tu santo
una fiesta porque si
una sonrisa tierna
una mirada feliz

Erase unos mofletes
cuatro pelos de perfil
erase un payasete
un amigo misterioso
una historia sin fin

Erase hoy y mañana
pasado y antes de ayer
era primavera verano
era la vida intensa
lo que tenia que ser

La flor

¿Qué si durmieras?
¿Y qué si, dormido, soñaras?
¿Y qué si, en tu sueño, fueras al Cielo
y ahi recogieras una rara y bella flor?
¿Y qué si, cuando despertaras, tuvieras la flor en tu mano?
Ah, ¿entonces qué?

Dame un Ungüento de Carne, Loba

La prisa despareja con que miro tu piel
la premura apretada con que altero tu cuerpo
y este desasosiego en que empapo mi lengua
para hablarle a tu carne y lamer a tu voz
son como ávidas gotas de estaño compasivo
que busca aminorar las grietas de la muerte

La planta de la edad nos chupa nuestros días
abriéndose como una flor negra, abominable
y en este esplendor de hoy se oculta la simiente
de una desposesión calcinada y perversa
como la del desierto. En el calcio del tacto
hay una lenta caries que nos invade desde
el fin aterrador del tiempo y de la vida

Presuroso y perdido unto en mí tu persona
y soy un bulto de hombre y de loco y de perro
que corre por tu cuerpo y a la vez por un túnel
despavoridamente lamiendo en las tinieblas

Desnudate

Desnudate
repitamos el Totem sagrado
de este amor
que un dia se torno impio.
Desnudate
Separa tus muslos
y muestra la flor
que condena mi descanso.

Desnudate
con lascivia
provocando esta ereccion
perenne ante tu cuerpo

Desnudate
se puta ante mi
postrate mostrando tu piel,
adulta, desvergonzada.

Desnudate
y hazme recordar lo que es el placer

y llego el dia

Y llego el día, y la luz se hizo fuerte
supero a las tinieblas
y se hizo fuerte.
Tu corazon viaja de adelante
hacia atrás en un mareante
circulo vicioso de nada.
Y esta mañana salio el sol.

Respiro el aire frío de la mañana
tomo el control de mi mirada
y la dirijo hacia el azul cielo.
ninguna macula
ninguna esperanza.
Fe


21-12-2005

Excusa

Amarte es una excusa.

La excusa para cada noche perderme

en las enaguas del recuerdo de tu piel

la excusa para caer en la grieta
 
que me acerque al dulce final.
 
Amarte es mi excusa .

XII PREMIO "GLORIA FUERTES" DE POESÍA JOVEN

LA FUNDACIÓN GLORIA FUERTES CONVOCA EL

XII PREMIO "GLORIA FUERTES" DE POESÍA JOVEN


BASES

Extensión de los originales: 500-700 versos
Idioma: Castellano
Restricciones: Para poetas y poetisas de edades comprendidas entre 16 y 25 años. Un sólo libro por concursante. Originales inéditos, no premiados anteriormente.
Autoría: Enviar firmado, incluyendo fotocopia del DNI y nota biográfica.
Número ejemplares a enviar: UNO
Fecha tope del envío: 31 de Diciembre de 2010
Premio: 1.000 euros y edición del libro en la Colección "Gloria Fuertes" de Ediciones Torremozas.
Envío: Se hará por correo certificado, indicando "Para el Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven" a:
Fundación Gloria Fuertes. Apartado 19.186.   28080 Madrid. España.
No se devuelven los originales.

BASES COMPLETAS

1ª.-Podrán concurrir al mismo poetas y poetisas de cualquier nacionalidad, de edades comprendidas entre los 16 y los 25 años, con libros escritos en lengua castellana no premiados en ningún otro concurso.
2ª.-Los originales, con libertad de tema y forma, y con la advertencia de que no es un premio de poesía para niños, deberán ser inéditos en su totalidad y tener una extensión no inferior a 500 versos ni superior a 700.
3ª.-Se presentará UN ejemplar, en folios mecanografiados a doble espacio por una sola cara,  debidamente numerados y encuadernados.
4º.-Los libros presentados deberán ir firmados por sus autores, con indicación de su domicilio y teléfono, y acompañados de una breve nota biográfica y de una fotocopia del Documento Nacional de Identidad, como acreditación de la edad exigida en la base primera.
5º.-El envío, por correo certificado, se hará a Fundación Gloria Fuertes, Apartado 19186, 28080 Madrid. España, indicando en el sobre “Para el Premio Gloria Fuertes de Poesía”. El plazo de admisión quedará cerrado el 31 de Diciembre de 2010.
6ª.-La dotación del Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven es de 1000 euros en metálico, cantidad sujeta a las vigentes retenciones fiscales. El libro premiado será publicado en la Colección “Gloria Fuertes” de Ediciones Torremozas, que se reserva los derechos de la primera edición. En caso de posteriores ediciones, éstas serán objeto de contrato entre la Editorial y su autor.
7ª.-El Jurado estará compuesto por especialistas en poesía cuyo nombre se dará a conocer en el momento de hacerse público el fallo, que será inapelable.
8ª.-La Fundación Gloria Fuertes no mantendrá correspondencia sobre este concurso ni devolverá los originales no premiados, que serán destruidos tan pronto se haya producido el fallo.
9ª.-La presentación al Premio Gloria Fuertes de Poesía Joven implica la total aceptación de sus bases, cuya interpretación, incluso la facultad de declararlo desierto, queda a libre juicio del Jurado.


Pueden también consultarlas en www.gloriafuertes.org  

Confianza

Mientras haya
lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
lo que venga.


Mientras haya
alguna ventana abierta,
ojos que vuelven del sueño,
otra mañana que empieza.

Mar con olas trajineras
—mientras haya—
trajinantes de alegrías,
llevándolas y trayéndolas.

Lino para la hilandera,
árboles que se aventuren,
—mientras haya—
y viento para la vela.

Jazmín, clavel, azucena,
donde están, y donde no
en los nombres que los mientan.

Mientras haya
sombras que la sombra niegan,
pruebas de luz, de que es luz
todo el mundo, menos ellas.

Agua como se la quiera
—mientras haya—
voluble por el arroyo,
fidelísima en la alberca.

Tanta fronda en la sauceda,
tanto pájaro en las ramas
—mientras haya—
tanto canto en la oropéndola.

Un mediodía que acepta
serenamente su sino
que la tarde le revela.

Mientras haya
quien entienda la hoja seca,
falsa elegía, preludio
distante a la primavera.

Colores que a sus ausencias
—mientras haya—
siguiendo a la luz se marchan
y siguiéndola regresan.

Diosas que pasan ligeras
pero se dejan un alma
—mientras haya—
señalada con sus huellas.

Memoria que le convenza
a esta tarde que se muere
de que nunca estará muerta.

Mientras haya
trasluces en la tiniebla,
claridades en secreto,
noches que lo son apenas.

Susurros de estrella a estrella
—mientras haya—
Casiopea que pregunta
y Cisne que la contesta.

Tantas palabras que esperan,
invenciones, clareando
—mientras haya—
amanecer de poema.

Mientras haya
lo que hubo ayer, lo que hay hoy,
lo que venga.

Soneto V

Escrito está en mi alma vuestro gesto,
y cuanto yo escribir de vos deseo;
vos sola lo escribisteis, yo lo leo
tan solo, que aun de vos me guardo en esto.

En esto estoy y estaré siempre puesto;
que aunque no cabe en mí cuanto en vos veo,
de tanto bien lo que no entiendo creo,
tomando ya la fe por presupuesto.

Yo no nací sino para quereros;
mi alma os ha cortado a su medida;
por hábito del alma mismo os quiero.

Cuando tengo confieso yo deberos;
por vos nací, por vos tengo la vida,
por vos he de morir, y por vos muero

Garcilaso de la Vega

Nana

Duermete niña, duermete ya
que viene el ogro y te comera.

Duerme pequeña, duerme en paz
que esta noche pronto acabara.

Duermete niña ten dulces sueños
que un angelito te mira risueño

Duermete niña se muy feliz
que el ogro malo se fue a dormir

Duermete niña ya sin cuidado
porque afuera todo se ha helado

Duerme mi niña, duermete ya
que un dulce beso te voy a dar


Noviembre 2005

A veces en octubre es lo que pasa

Cuando nada sucede,  
y el verano se ha ido,  
y las hojas comienzan a caer de los árboles,  
y el frío oxida el borde de los ríos  
y hace más lento el curso de las aguas;  

cuando el cielo parece un mar violento,  
y los pájaros cambian de paisaje,  
y las palabras se oyen cada vez más lejanas,  
como susurros que dispersa el viento;  

entonces,  
ya se sabe,  
es lo que pasa:  

esas hojas, los pájaros, las nubes,  
las palabras dispersas y los ríos,  
nos llenan de inquietud súbitamente  
y de desesperanza.  

No busquéis el motivo en vuestros corazones.  
Tan sólo es lo que dije:  
lo que pasa. 

No es cordura ni locura

Descubres un nuevo mundo
Te sacuden los recuerdos
Te aterran los sentimientos
Un huracán, un temblor, miedo

La locura no es tal, la cordura
Esta a la vuelta de la esquina
Pero


No es cordura ni locura, es vida
No es más que vorágine de amor
Sentimientos reencontrados
Verdades reveladas detrás
De palabras, palabras nada mas
en otro momento Llenas y hoy vanas.

No es cordura ni locura
Solamente un huracán de sensaciones
Solamente un mundo que nos golpea
No es cordura ni locura es caminar
Por la vida sin más opción que seguir
Haciendo camino al andar

No es cordura ni locura es vida en ti
Es el mundo que te rodea y protege
Es la melodía acompasada, acariciada
De un piano a media tarde
Que te trae el recuerdo de caricias
Que hoy vuelves a sentir en ti.

No, no es cordura ni locura
Es el descubrimiento de otro mundo
Es la madurez de una mujer
Es el sueño del amor eterno
Es un adiós, es un hasta siempre
Es un hola y un te espero.

No es cordura ni locura
Solo eres tú.

Tu ausencia

Siento tu ausencia
cuando despierto y recibo
a un nuevo maldito amanecer.

Busco entre mis sabanas
el recuerdo de tu olor
que impregna mis sentidos

Busco en mi mirada
la luz , la alegría de los tuyos
la luz que aun ilumina los sueños

Siento tu ausencia
que desgarra cada instante
aunque ya no sienta dolor,
solo vacío

Noviembre de 2006,

Palabra de Angel Gonzalez

En medio
de la cruel retirada de las cosas
precipitándose en desorden hacia
la nada y la ceniza,
mi corazón naufraga en la zozobra
del destino del mundo que lo cerca.
¿Adónde va ese viento y esa luz,
el grito
de la roja amapola inesperada,
el canto de las grises
gaviotas de los puertos?

¿Y qué ejército es ese que me lleva
envuelto en su derrota y en su huida
-fatigado rehén, yo, prisionero
sin número y sin nombre, maniatado
entre escuadras de gritos fugitivos-
hacia la sombra donde van las luces,
hacia el silencio donde la voz muere.

Perdonen

Perdonen esta tristeza mía que atenaza el alma.
Perdonen este mirar perdido, este mar en la pupila.
Perdonen mi voz baja, la lividez de mi rostro.
Perdonen por ser uno mas perdonenme por todo

Perdonen mi tristeza, presa de la egolatría
del hombre desbocado, de un mundo gastado.
perdonen mi tristeza que aun sobrevive
al amor, al deseo, a la soledad y el vacío.

Perdonen, al fin y al cabo, que haga gala
de la condición de hombre ahogado en sus cuitas
de la condición de ser humano que transita
por la felicidad de algunos/ustedes en otoño.

los heraldos negros

LOS HERALDOS NEGROS

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!
Golpes como del odio de Dios; como si ante ellos,
la resaca de todo lo sufrido
se empozara en el alma… Yo no sé!

Son pocos; pero son… Abren zanjas oscuras
en el rostro más fiero y en el lomo más fuerte.
Serán tal vez los potros de bárbaros atilas;
o los heraldos negros que nos manda la Muerte.

Son las caídas hondas de los Cristos del alma,
de alguna fe adorable que el Destino blasfema.
Esos golpes sangrientos son las crepitaciones
de algún pan que en la puerta del horno se nos quema

Y el hombre… Pobre… pobre! Vuelve los ojos, como
cuando por sobre el hombro nos llama una palmada;
vuelve los ojos locos, y todo lo vivido
se empoza, como charco de culpa, en la mirada.

Hay golpes en la vida, tan fuertes… Yo no sé!

Primavera en octubre ...

DEL BUEN AMOR

A mi querido Arcipreste.

¿Acaso no entré por tu vagina de tutelares labios
a esta historia de templos y seculares movimientos
arriba abajo y los costados... ? Es la fábula
de cierta promesa la que arrastra mi torpe caballo de madera
hasta tus rojas puertas, la Troya; mi heroico rocín
jamelgo de ridículo penacho, cosquilleando el viejo sentido
del afuera hacia adentro,
sacudiendo ese antiguo miedo fálico a la sabiduría.
Y me dices que lo hago bien. Hubo
una mística panadería en Betsaida para seguidores hambrientos,
merendaron a rabiar, se saciaron a la intemperie
con harinas eficaces y comibles y otros ingredientes sanos;
y sea fue
tu horno carnoso dispuesta a la vulva del milagro
donde mi Cristo de arrebatados panes, a secas calentadas masculinas
cocinó para todas las épocas. Y me pides
que te apriete más. Todo eso
después del primer diluvio menstrual, del primer despojo crudo;
abierto fragor de una era ya perdida, florecida y secreta
en que tu cráter se permitía las erupciones más inseguras
y más violentas. Y me pides
que te bese superiores inferiores labios buceando corales. Que
sea bueno. De mucho o de poco ha servido
el maloqueo de mi lanza para herir, vencer el cerco estrecho,
el orificio oracular de tu alzado vientre; pese
al estaqueo y las piernas abiertas también el infiel obstinado
ablanda sus armas. Y me pides que siga, que sea tierno.
Has compartido
el lecho con todo el zodíaco, Oriente hemisferio Occidente
en tu pecho y magos y apóstoles o infelices animales de corazonada.
Clavo erecto, seguramente a todos concediste
esa tumba templada donde descansarían durante tres días;
todos en el hueco suspensivo en que la vida y la muerte
son una promesa gemela.
Y me pides a los gritos que apure mis entradas salidas sufra goce
llore ría contigo apure por favor y amor de Dios y acabe y termine
con tanta historia...
Me pides
más o menos dolor como si me fueras a parir.


Poema de Daniel Muxica

La ventana

Cuánta tristeza en una hoja del otoño,
dudosa siempre en último extremo si presentarse como cuchillo.
Cuánta vacilación en el color de los ojos
antes de quedar frío como una gota amarilla.
Tu tristeza, minutos antes de morirte,
sólo comparable con la lentitud de una rosa cuando acaba,
esa sed con espinas que suplica a lo que no puede,
gesto de un cuello, dulce carne que tiembla.
Eras hermosa como la dificultad de respirar en un cuarto cerrado.
Transparente como la repugnancia a un sol ubérrimo,
tibia como ese suelo donde nadie ha pisado,
lenta como el cansancio que rinde al aire quieto.
Tu mano, bajo la cual se veían las cosas,
cristal finísimo que no acarició nunca otra mano,
flor o vidrio que, nunca deshojado,
era verde al reflejo de una luna de hierro.
Tu carne, en que la sangre detenida apenas consentía
una triste burbuja rompiendo entre los dientes,
como la débil palabra que casi ya es redonda
detenida en la lengua dulcemente de noche.
Tu sangre, en que ese limo donde no entra la luz
es como el beso falso de unos polvos o un talco,
un rostro en que destella tenuemente la muerte,
beso dulce que da una cera enfriada.
Oh tú, amoroso poniente que te despides como dos brazos largos
cuando por una ventana ahora abierta a ese frío
una fresca mariposa penetra,
alas, nombre o dolor, pena contra la vida
que se marcha volando con el último rayo.
Oh tú, calor, rubí o ardiente pluma,
pájaros encendidos que son nuncio de la noche,
plumaje con forma de corazón colorado
que en lo negro se extiende como dos alas grandes.
Barcos lejanos, silbo amoroso, velas que no suenan,
silencio como mano que acaricia lo quieto,
beso inmenso del mundo como una boca sola,
como dos bocas fijas que nunca se separan.
¡Oh verdad, oh morir una noche de otoño,
cuerpo largo que viaja hacia la luz del fondo,
agua dulce que sostienes un cuerpo concedido,
verde o frío palor que vistes un desnudo!


Vicente Alexandre

Heridas

Hay heridas que no
logran cerrar,
heridas que el tiempo
agranda,
como una grieta
en los muros de la casa.

Por esa grieta voy
con mi hermana
de la mano,
las dos ya de mayores.

Es de noche
y caminamos.
Habitantes
de un tiempo
que no llego a ser
entre
nosotras,
respiramos el aire atrapado
en ese instante.

Como el
pez que de ninas
llevamos brillando
en una bolsa y despues
ya
estaba muerto.

Hay heridas
que nada mas cierran
en falso,
rios
caudalosos que
en silencio fluyen
bajo la tierra
y, a veces, nos
desbordan la vida,
a borbotones.

Poema de Berta Piñán

Por un poco de olvido

Si supieras el precio que estoy pagando por un poco de olvido.
Ni te imaginas lo que me cuesta abandonarte
en la cuneta de mi vida
y seguir el camino careciendo de tí,
dejando atrás días, noches, caricias y miradas,
silencios que me herían
y palabras que no me consolaban.

Si supieras el precio que estoy pagando por un poco de olvido.

Ni te imaginas de qué forma te busco,
con qué avaricia de perro abandonado
olfateo tu rastro por rumores de hotel,
en las playas de moda,
sobre las dunas de todos los desiertos que me habitan
desde que tú dijiste aquella tarde:
"lo siento, es necesario que me olvides".

Ni te imaginas de qué forma te busco.

Si supieras que en el fondo
yo sé que esta lucha es inútil,
que el precio es demasiado alto
y que en ninguna tienda
se vende olvido a plazos.

Me estoy quemando en este intento
pero no pienso volver a la monotonía atroz
de los reproches mutuos
ni al dulce aburrimiento cotidiano.

Si supieras lo que ocurre en el fondo.

Ni te imaginas la clase de alimaña
que aun quiero ser en tu cuello.
Ni te imaginas cómo te imagino
ni qué pienso cada noche que pasa
sin tener noticias tuyas.

Si supieras de qué forma te maldigo,
como te odio,
cuánto te echo de menos.


Poema de Andrés Aberasturi


Vivir

Preso en la caja de musica
que es la vida, bailo.
Giro, Giro, Giro
al ritmo del Danubio Azul.
Nunca conocere sus aguas
porque atrapado aqui
me siento solo un trozo de platico deformado.

Giro cada vez que alguien
quiere darme rienda suelta
Separa lentamente la tapa
y deja que la luz me deslumbre por un momento
Y yo, feliz de su visita
Giro, Giro, Giro
buscando por un instante sus ojos
hoy emocionados, mañana hastiados.

Giro y busco con la mirada
giro y espero ese momento
en que nuestras miradas se cruzan
para estirarme
para mirarte con aire altanero
Como Húsar De su majestad
y en una suplica callada
soñar con que no cierres la tapa
y girar, girar girar
para siempre

No estés triste, mi amor

No estés triste‚ mi amor‚
y si lo estás‚
que tu tristeza sea un modo de vengarte
de Dios y de las flores‚ de la alegría inútil
que debe ser la vida según ellos‚
y no estés triste nunca
por las cosas que pasan o no pasan‚
sino solo por esto: porque contempla la tristeza
desde lejos a Dios y a las flores y al tiempo
y nos lleva al lugar donde amar es posible.


De "Semillas para un cuerpo" 1988
Jesús Aguado



Gracias por todo

Habrá un día en que todos
Al levantar la vista
Veremos una tierra
Que ponga libertad (bis)

Hermano aquí mi mano
Será tuya mi frente
Y tu gesto de siempre
Caerá sin levantar
Huracanes de miedo
Ante la libertad

Haremos el camino
En un mismo trazado
Uniendo nuestros hombros
Para así levantar
A aquellos que cayeron
Gritando libertad

Sonarán las campanas
Desde los campanarios
Y los campos desiertos
Volverán a granar
Unas espigas altas
Dispuestas para el pan

Para un pan que en los siglos
Nunca fue repartido
Entre todos aquellos
Que hicieron lo posible
Para empujar la historia
Hacia la libertad

También será posible
Que esa hermosa mañana
Ni tú, ni yo, ni el otro
La lleguemos a ver
Pero habrá que empujarla
Para que pueda ser

Que sea como un viento
Que arranque los matojos
Surgiendo la verdad
Y limpie los caminos
De siglos de destrozos
Contra la libertad

Baílame el agua

Báilame el agua.
Úntame de amor y otras fragancias de su jardín secreto.
Riégame de especias que dejen mi vida impregnada de tu olor.
Sácame de quicio.
Llévame a pasear atado con una correa que apriete demasiado.
Hazme sufrir.
Aviva las ascuas.
Ponme a secar como un trapo mojado.
No desates las cuerdas hasta que sea tarde.
Sírveme un vaso de agua ardiente y bendita que me queme por dentro, que no sea tuya ni mía, que sea de todos.
Líbrame de mi estigma.
Llámame tonto.
Sacrifica tu aureola.
Perdóname.
Olvida todo lo que haya podido decir hasta ahora.
No me arrastres.
No me asustes.
Vete lejos.
Pero no sueltes mi mano.
Empecemos de nuevo.
Sangra mi labio con sanguijuelas de colores.
Fuma un cigarro para mí.
Traga el humo.
Arréglalo y que no vuelva a estropearse.
Échalo fuera.
Crúzate conmigo en una autopista a cien por hora.
Sueña retorcido.
Sueña feliz, que yo me encargaré de tus enemigos.
Dame la llave de tus oídos.
Toca mis ojos abiertos.
Nota la textura del calor.
Hasta reventar.
Sé yo mismo y no te arrepentirás.
¿Por cuánto te vendes? Regálame a tus ídolos.
Yo te enviaré a los míos.
Píllate los dedos.
Los lameré hasta que no sepan a miel.
Hasta que no dejen de ser miel.
Sal, niega todo y después vuelve.
Te invito a un café.
Caliente claro.
Y sin azucar. Sin aliento.

Me dueles

Mansamente, insoportablemente, me dueles.
Toma mi cabeza. Córtame el cuello.
Nada queda de mí después de este amor.

Entre los escombros de mi alma, búscame,
escúchame.
En algún sitio, mi voz sobreviviente, llama,
pide tu asombro, tu iluminado silencio.

Atravesando muros, atmósferas, edades,
tu rostro (tu rostro que parece que fuera cierto)
viene desde la muerte, desde antes
del primer día que despertara al mundo.

¡Qué claridad de rostro, qué ternura
de luz ensimismada,
qué dibujo de miel sobre hojas de agua!

Amo tus ojos, amo, amo tus ojos.
Soy como el hijo de tus ojos,
como una gota de tus ojos soy.
Levántame. De entre tus pies levántame, recógeme,
del suelo, de la sombra que pisas,
del rincón de tu cuarto que nunca ves en sueños.
Levántame. Porque he caído de tus manos
y quiero vivir, vivir, vivir.

En la orilla

En la orilla del Adiós
suenan versiones de los clásicos de Bob.
Quizás llamamos demasiado pronto
a las puertas del cielo.
quien sabe si solo somos Cantos rodados
En este lado ,camino del Hades,
sonreímos ante la vacuidad de las promesas.
Nos miramos sintiéndonos vencedores
frente a un final anunciado
envuelto en flores, celofán y deseo.
Porque nos derramarnos el uno en el otro
bebamos hasta hartarnos de ser bebidos
acabemos sobre el suelo desvencijados.
Podriamos vivir cien días mas
envueltos en un abrazo que parece infinito
y se acaba al volver la esquina.
Hoy podría ser ayer pero mentiría.
Hoy sera un día mas en nuestras vidas.

La rutina matapoesía ...

Los teléfonos debieran ser parte
de la poesía
-la poesía está llena de recuerdos-
Hoy, una llamada solitaria
hizo rodar de nuevo el pasado a mi falda.

Se murieron tres años
casi cuatro.

Un bigote se movió sobre unos labios
murmurando
cosas triviales, de todos los días
que cómo están los niños,
si al fin me voy a Francia
que la perra tiene
tres cachorros
que cómo creció Carlos.

Y el teléfono de ayer me dijo:
Cuánto te quiero.
Cuánto te extraño.

Poema de Ana María Rodas

8 de Septiembre

Hoy, este día fue una copa plena,
hoy, este día fue la inmensa ola,
hoy, fue toda la tierra.

Hoy el mar tempestuoso
nos levantó en un beso
tan alto que temblamos
a la luz de un relámpago
y, atados, descendimos
a sumergirnos sin desenlazamos.

Hoy nuestros cuerpos se hicieron extensos,
crecieron hasta el límite del mundo
y rodaron fundiéndose
en una sola gota
de cera o meteoro.

Entre tú y yo se abrió una nueva puerta
y alguien, sin rostro aún,
allí nos esperaba.

A jugarrrrrrrrrrrrrrrrr

En el Reino de Trapisonda encontré este juego. Adivina , Adivinanza. Seras capaz de saber los 50, quizás 30, .... Una manera divertida de volver a retomar el pulso al Blog.


Ahora, todos a publicar cuantas habéis acertado, yo me quede en 16

Septiembre, 2

Es ahora la vida
esta extraña y frecuente sensación
de sopor y distancia,
y es también una luz que vela el mundo:
salir del caserón tras la comida,
recorrer bajo el sol la carretera
con los ojos ardientes de un verano
y sentarme en la roca frente al mar.
Abandonarme entonces
al sonido sin pausa de la tierra
mientras me vence el sueño algún instante
y me moja las sienes con su agua bendita.
Descubrir con asombro renovado
al pescador que vuelve cada tarde,
como vuelven las olas,
como vendrá la brisa con la noche.
Y esperar otra vez sobre la roca,
abrumado en el centro de la vida,
a que la sombra inunde
lentamente mi sombra.

como

Como explicar el vacio
que tu ausencia provoca.
Con que palabras contar
que prefiero ser acunado
en la nada del sueño,
en esta cama tan vacia de ti,
que andar por andar
vivir por vivir el paso de los dias.

Acción de gracias

El valor del amor no está en el amor
sino en tu alegría.
El valor de la lucha política no está en ella
sino en las cerezas, las muchachas y la buena atención sanitaria.
El valor de la libertad no está en la libertad
sino en la igualdad.
El valor de la igualdad no está en la igualdad
sino en la fraternidad.
Seguro que ya sospechas dónde reside
el valor de la fraternidad y no te engañas:
en la libertad.
El valor de tu alegría tampoco está en sí mismo
sino en el gozoso desorden
con que construimos horas de libertad
de cerezas de igualdad de lucha política de amor.

Pero estas cosas las sé
porque tú existes.


Poema de Jorge Riechmann

Limbo

Un día puse una piedra encima de tu nombre
y me dije: iré cantando hasta mi casa.
Y canté
como una loca sobre sus piernas fuertes
como río loco canté.
Hasta que el canto empezó a hacerse agüita rala
(ni para regar guisantes)
y entre paso y paso
se me fue perdiendo un pie.
No acierto a ver el tejado de mi casa ni el árbol
más alto
¿será que me dejé el corazón bajo la piedra?
¿mi tonto corazón junto a tu nombre?

Sé que ya no llegaré a mi casa.
Sé que tampoco puedo volver.

El escondite

Tengo miedo.
Jugábamos al escondite.
Yo me ocultaba
y tú me perseguías.
Pasaron largas horas
y tú no me encontrabas.
Pasó la primavera,
se esfumaron los largos días de verano
y vino el otoño con su crujir de madera seca
y vino el invierno con su dolor de corazón sepultado en la nieve.
Te espero en mi rincón
y tengo miedo.

De festival ...







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Lección de metafísica

Lo que existe parece que no existe
porque tú lo has tocado ser adentro,
porque tú lo has tocado beso adentro
con la nerviosa lengua de la nada.

Me palpas con tus manos infinitas
(no son manos, lo sé, sino estallidos:
el tiempo que no llega nunca a tiempo,
un tiempo adelantado o retrasado
que acaba siendo mar o nebulosa)
y se borra mi cuerpo, y al borrarse
por fin se hace visible: un signo cero
suspendido en el aire entre nosotros.

Me piensas con tu boca y con tu sexo,
esos dos silogismos refutables,
esos dioses borrachos que han perdido
la pizarra o azar donde escribirme.

Y al pensarme me restas, me haces menos,
me deshaces, me viertes al vacío,
me entregas al no ser
y maniatado.

Parece que no existo por tu amor
porque tu amor me funda, es el origen,
ese punto o lugar donde está todo
(también lo que no está: tu ausencia: nada).

Tu cuerpo me hace náufrago, un islote
de repente ignorado por el cosmos,
meteorito tachado de los mapas,
nave sin un planeta al que volver
que fuera giro a giro di-sol-viéndose
en la luz cegadora del olvido.

Tu cuerpo hace que exista lo que existe:
tu cuerpo hace imposible lo que existe.

Lo que existe parece que no existe
porque tú lo has dejado sin besar.

Parece que no existes porque tienes
unos labios carnosos y unos dedos
que dibujan el mundo.

Nada y todo
se abrazan en tus piernas cuando salen
a respirar del fondo de tu mente.

Me piensas con tu nuca y con tu ombligo,
me piensas con tus huesos y tus músculos,
me piensas con las sillas de tu casa,
me piensas con el agua y el jabón,
me piensas con los árboles del bosque,
me piensas con tus heces y tus gritos,
me piensas no pensándome y, pensándome.

Me piensas, no me piensas: es lo mismo.

Por ti me piensa el tiempo y el espacio.

Me piensan las paredes de este cuarto,
me piensan con la cal y con las manchas,
me piensan con la sombra de mi cuerpo.
Y al pensarme me borran, ya no estoy
y ya no queda nadie en este cuarto.

El amor es un cuarto que no existe
donde duerme a resguardo lo que existe.

Y el amor es un cuarto que sí existe
donde duerme a resguardo lo que no.

(Un poema es un plano que refleja
el justo itinerario hasta ese cuarto.)

Me piensas con el ser, con el no ser,
me piensas con los números caídos
del portal de la casa donde vives,
me piensan tus jadeos, tus dos gatos,
el barro de las ruedas de tu coche,

me piensan tus palabras cuando callan
y ya no son palabras sino cuerpo,

me piensas cuando pienso en ti y el aire
se adensa entre nosotros y parece
un huracán inmóvil y desnudo.

más allá de ti
nos piensa lo impensable
(y viene hacia nosotros
a la velocidad
de las arañas muertas
para hilarnos al no).

Busquemos el silencio para amarnos.


Poema de Jesús Aguado

Qué corta fue la noche

Huelen a ti las sábanas, amor, y todavía
está tu libro abierto sobre la silla aquella
y hay ropa por el suelo y discos y tabaco.

Huelen a ti las sábanas, y mi cuerpo te busca,
y en ese fingimiento de abrazarte en la almohada
persigo tu recuerdo, el calor de tus brazos.

Huelen a ti las sábanas y quizás en el baño
mi cepillo me espere, húmedo de tu boca,
o toallas mojadas que secaron tu pelo.

Huelen a ti las sábanas; el barrio se despierta.
Hay voces en la calle y luz tras la persiana.
El sol debe estar alto. Qué corta fue la noche.


Poema de Abelardo Linares

No me cuentes tu vida

No me cuentes tu vida.

No me des la mitad de lo que ya no quieres.
No olvides que el dolor es lo que un golpe
recuerda de nosotros
y si lo tocas,
puede despertarse,
pensar de nuevo en ti.

No me hables del pasado
-si quieres encontrar respuestas, corre
en dirección contraria a las preguntas-
ni me arrastres a un tiempo
en el que aún no sepa
quién eres, pero ya no seas mía.

¿De qué sirve arrojar peces muertos al río?
¿Por qué volver atrás
a pintar la diana encima de la herida?
¿Para qué conocerte, si te puedo aprender?

Acuérdate, mi amor, de estas tres cosas:
-No existe mayor preso
que el que duda entre dos puertas abiertas.
-Quienes lo saben todo de aquellos a los que aman,
sólo los aman… a pesar de todo.
-Lo que no busca nadie, deja de estar perdido.

No me cuentes tu vida,
y entonces
será sólo
para ti
y para mí


Poema inedito

Resumen

No existe libertad que no conozca,
ni humillación o miedo
a los que no me haya doblegado.
Por eso sé de amor,
por eso medito el cuerpo que te doy
por eso cuido tanto las cosas que te digo

Luis García Montero

y yo

Y yo, que en pequeñas partículas
dormitaba en el fondo de mis ojos
al momento afloré.
Y creo que él me vio.
Antes de volver a sedimentarse en lo profundo me vio.
Aparecí como un círculo que danza,
como franja de vasija,
y en cada figura me mostraba diversa.
Aparecí como un cortejo de mujeres distintas,
y el rostro de cada una era el genuino.
Aparecí, y al instante, me desvanecí como un trasgo.
Pero creo que él me vio.
Y aun así quise regresar, asomarme,
contemplarlo con mis innumerables ojos,
abrumarlo con las múltiples imágenes, todas verdaderas,
con el recitado de mis muchos nombres;
consentirle de nuevo sorprenderme,
revelarme bajo mi única
apacible
e invariable máscara.
Sí, eso quise.

La grandeza de las cosas pequeñas

No hay grandeza en la tarde, ni en el ocio
que la tarde me entrega y que he gastado
en buscar algo grande en el entorno
que ahora envuelve mi tiempo. Y después de la música,
y de mucho tabaco, y de dar muchas vueltas
por mi vieja memoria y por la casa,
he encontrado en un libro algunas fotos
de una tarde tranquila como ésta
en las que estoy fumando en la terraza.

Y al mirar esas fotos todavía recientes
de un momento trivial como este mismo,
una extraña emoción adorna los objetos
que desde allí me observan, y que voy comparando
con lo que son ahora: las macetas
han cambiado de sitio, ya se han muerto las flores
que crecían entonces, y entre otros detalles
sin ninguna importancia que mi mano mudó
al correr de los días, descubro ahora que es la mano
que sostiene el cigarro y parece la misma
lo que más ha cambiado, pues pertenece a un hombre
que soñaba un futuro diferente
para el que hoy lo mira, y se sonríe,
y alimenta otros sueños, y comprende
que también pasarán los de este día,
y aún contempla la tarde que se escapa,
y en ella al fin percibe, durante un solo instante,
esa extraña grandeza
que al pasar pone el tiempo en las cosas pequeñas.


Poema de Vicente Gallego

Conversación

Los muertos pocas veces libertad
alcanzáis a tener, pero la noche
que regresáis es vuestra,
vuestra completamente.

Amada mía, remordimiento mío,
la nuit c’est toi cuando estoy solo
y vuelves tú, comienzas
en tus retratos a reconocerme.

¿Qué daño me recuerda tu sonrisa?
¿Y cuál dureza mía está en tus ojos?
¿Me tranquilizas porque estuve cerca
de ti en algún momento?

La parte de tu muerte que me doy,
la parte de tu muerte que yo puse
de mi cosecha, cómo poder pagártela...
Ni la parte de vida que tuvimos juntos.

Cómo poder saber que has perdonado,
conmigo sola en el lugar del crimen?
Cómo poder dormir, mientras que tú tiritas
en el rincón más triste de mi cuarto?


Poema de Jaime Gil de Biedma


Febril

Sé involuntaria
Sé febril
Olvida en la cama hasta tu propio idioma
No pidas
No preguntes
Arrebata y exige
Sé una perra
Sé una alimaña
Resuella busca abrasa brama gime
Atérrate, mete la mano en el abismo
Remueve tu deseo como una herida fresca
Piensa o musita o grita
¡Venganza!
Se una perdida, amor, una perdida
En el amor no existe lo verdadero
sin lo irreparable.

Imagina lo contrario

IMAGINA la oscuridad.
El horror dispara sus minutos a la velocidad de la metralla.
Las sirenas crecen como aullidos de chacales,
los gemidos retumban entre los escombros, clavan sus esquirlas.
Imagina tus lágrimas como bayonetas,
desahuciadas de todo consuelo, de toda piedad.
Refugios rebosando de miedo, temblando de miedo
mientras los cadáveres elevan sus montañas,
mientras los bombarderos gotean constelaciones en las aceras.
Imagina el aire entrándote, invadiéndote de muerte.
Se pulverizan árboles y bibliotecas;
se desgarran cuerpos y muros,
se mutilan recuerdos y palabras;
se siembran minas, terrores y esqueletos de pájaros.
Imagina la orfandad de las cosas. El llanto de las cosas.
Imagina cómo los héroes se envuelven en capas escarlatas.
Cómo los verdugos despliegan alfombras escarlatas.
Cómo las víctimas se ahogan en manantiales escarlatas.
Y cómo el espanto, la venganza, el odio
ganan batallas en tu corazón sobrecogido.
Estás en medio del recinto inexpugnable del pánico.
Y eres tú quien orquesta los crímenes.
Porque has sido tú.
Tú, que eres capaz de imaginar,
de sentir todo lo que imaginas,
de fabricar todo lo que sientes,
de construir realidades con los sueños
quién ha dado vida al horror.
Por eso, atrévete a cambiar la estructura
del mundo
y donde dices temor di esperanza
porque las lágrimas también son de alegría.
Porque la sangre también es nacimiento.
Porque la belleza también es sobrecogedora
y el amor un potente estallido.
Por eso, atrévete.
Apacigua tu mente,
ilumina tus ojos,
imagina justicia.
Imagina consuelo.
Imagina bondad.

Poema de Ana Rossetti


Dánzame

El error no subyace en la intención sino en el hecho

Dánzame. Es un día de curvas que se prolongan
al fragmentarse mi beso de saliva lluviosa
el trajín más artesano de la boca.

Odio perfecto ...

Hay suficiente traición y odio, violencia,
necedad en el ser humano corriente
como para abastecer cualquier ejercito
o cualquier jornada.

Y los mejores asesinos son aquellos
que predican en su contra.
Y los que mejor odian son aquellos
que predican amor.

Y los que mejor luchan en la guerra
son -al final- aquellos que predican paz.
Aquellos que hablan de Dios
necesitan a Dios.

Aquellos que predican paz
no tienen paz.
Aquellos que predican amor
no tienen amor.

Cuidado con los predicadores
cuidado con los que saben.
Cuidado con aquellos que están
siempre leyendo libros.

Cuidado con aquellos que detestan
la pobreza o están orgullosos de ella.
Cuidado con aquellos de alabanza rápida
pues necesitan que se les alabe a cambio.

Cuidado con aquellos que censuran con rapidez:
tienen miedo de lo que no conocen.
Cuidado con aquellos que buscan constantes multitudes;
no son nada solos.

Cuidado con el hombre corriente
con la mujer corriente.
Cuidado con su amor.
Su amor es corriente, busca lo corriente.

Pero es un genio al odiar
es lo suficientemente genial
al odiar como para matarte,
como para matar a cualquiera.

Al no querer la soledad
al no entender la soledad
intentarán destruir cualquier cosa
que difiera de lo suyo.

Al no ser capaces de crear arte
no entenderán el arte.
Considerarán su fracaso como creadores
sólo como un fracaso del mundo.

Al no ser capaces de amar plenamente
creerán que tu amor es incompleto
y entonces te odiarán.
Y su odio será perfecto.

Como un diamante resplandeciente,
como una navaja,
como una montaña,
como un tigre,
como cicuta,
Su mejor arte.


Charles Bukowski


Nazco cuando tu vista me recorre

Nazco cuando tu vista me recorre.

Nada soy
hasta que tu mirada me construye,
hasta que tus ojos me modelan
sin saber si soy amigo o enemigo.

Porque aquí en el papel agazapado,
sólo espero el fulgor de una mirada
para clavar mis letras en tus ojos,
para hundirme hasta el fondo en tus entrañas
quebrantando la paz de tus sentidos.

¿Acaso esperabas un suave remanso de prados floridos,
una nube blanca con ángeles mansos,
una cristalina música de piano?

Quiero saltar, poseerte y habitarte
como habita la flecha el corazón herido.
Es decir, quiero ser tú, compartirte.

Garra soy, ala afilada,
el fuego en que has de arder,
el agua en que ahogarte,
el abismo sin fondo en el que hundirte.

Subiré por tu sangre envenenándote.
Recorreré tu carne desgarrándola
como felino hambriento y excitado.

También ansío acariciarte, mas ¡cuidado!,
que es toda garra siempre peligrosa
aun cuando sea amor lo que la mueve.

Esto soy: El poema. A ti me entrego.
En ti me reconozco y me diluyo.
A ti te pertenezco. Por ti existo.
Único, irrepetible, tus ojos me crearon
para ser tu verdugo o el agua de tus mares.

De El Rostro Prohibido

Miraré a tu sombra ...


“Miraré a tu sombra si no quisieras que te mire. Quiero estar donde estará mi sombra, si allí estuvieran tus ojos”.

De El evangelio según Jesucristo de José Saramago

Yo te ofrezco

Yo te ofrezco lo que a nadie
porque tus pasos arrastran incógnitas que quiero deshojar,
pero tienes los pétalos bien pegados a la tierra:
un sí-no-sí-no clavado como Excálibur.


¡Mira esas aves!
Solo bajan al suelo lo imprescindible.



De “Los pájaros que crié en tu nombre”.

Amor

Desmayarse, atreverse, estar furioso,
áspero, tierno, liberal, esquivo,
alentado, mortal, difunto, vivo,
leal, traidor, cobarde y animoso;

no hallar fuera del bien centro y reposo,
mostrarse alegre, triste, humilde, altivo,
enojado, valiente, fugitivo,
satisfecho, ofendido, receloso;

huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor süave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño;
esto es amor, quien lo probó lo sabe.

Poema de Lope de Vega


Vértigo

Duermes al borde siempre
del mismo precipicio.

De pronto a veces saltas hacia atrás.

Y aunque por el momento te libras de caer,
no te libras del vértigo.

Una reflexión

“Si amas la poesía, no vayas nunca a conocer al poeta, porque te sentirás decepcionado”.

Amor ...

Permitid que el enlace de las almas fieles no admita impedimentos.

No es amor un amor que cambia cuando un cambio encuentra
o en la distancia a distanciarse tiende
¡Oh no!
es un faro impertubable que contempla las tempestades
y nunca se estremece



Soneto 116 de William Shakespeare

Restauración de la capacidad de asombro

Posiblemente hablar por teléfono es algo tan normal, tan natural en la vida moderna, que apenas podemos ver en ello alguna significación profunda. Sin embargo, mi teoría es que nosotros, gente moderna, tendemos demasiado a pasar por alto el poder mágico, la realidad milagrosa de muchas cosas ... A veces me dan ganas de fundar una "Hermandad para la restauración de la capacidad de asombro".

Así pues, el que tú me llames es algo que no se puede juzgar de acuerdo con las ideas de siempre de "telefonear", "hacer una llamada", etc. Externamente no es nada más que eso: una de las billones de llamadas ... Pero en mi alma y en mi vida es un hecho individual, único, incomparable a otro. ¿Cambian algo cinco, diez minutos de conversación en la tónica, el resultado vital de un día que consta de veinticuatro horas? Definitivamente para mí lo cambian todo. Al fin y al cabo, la vida es la suma del día a día y el día en que hablo contigo nunca será un día perdido. No importa si tenemos cosas importantes que decirnos o no. Cuando hablamos, para mi las palabras son tan sólo lo que las ramas de los arboles o los cables del telégrafo para los pájaros: el soporte material de las alas y el canto. Tu voz es para mí canción para el alma ...


Pedro Salinas "Cartas a Katherine Whitmore".


"Cartas a Katherine Whitmore", editado por Tusquets en el año 2002, que recoge, ordenadas por Enric Bou, más de ciento cincuenta cartas de las más de trescientas hasta ahora inéditas dirigidas por Pedro Salinas a la profesora estadounidense, a la que conoció en el verano de 1932, y cuya relación amorosa perduraría durante más de quince años, hasta ese fatídico día en que, enterada de las cosas, la esposa del poeta intentó suicidarse. Aquella incendiaria -pero platónica- relación a distancia, en la que el poeta acabaría encontrando su "infinito", no tardó en convertirse en el epicentro de los más conmovedores poemarios de amor nacidos de la mano de Salinas.

Dame

Dame una mentira enorme, que haga temblar los pulsos de la edad
con su pisada grave y significativa,
que espante de mí los pájaros negros y los gusanos
que cosecho sin proponérmelo en la dársena del miedo
y se las arregle para hacerme creer que el hombre puede salir de sí,
ser uno con la mujer y amarla sin destruirse.
Algo que dure un momento y venga de tus labios,
para que yo me esconda y los altivos y los necios no me vean.
Detrás de esos frágiles decorados vivirá feliz y pequeñito,
lejos del tedio y de los ojos que escrutan en la noche.
Sin miedo al silencio y a las fieras,
luego que la mentira fuese pronunciada,
como por un hechizo efímero correrían los talones del infortunio
y ni él, ni la miseria, pescarían ya nada en mis sentidos embotados.
La angustia del hombre ardería como bruja-fénix
y estos ojos y estas pobres manos que rezan sin llegar
al rabo de Dios en las alturas, arrojarían al suelo,
deshecho, el viejo corazón de la amargura,
contentos en su careta nueva.
Dame una mentira enorme,
que haga girar al revés el tiempo en los relojes
y arrúllame en ella,
hasta que en mis labios aparezca
la helada sonrisa del idiota.

Navegación

En las mansas corrientes de tus manos
y en tus manos que son tormenta
en la nave divagante de tus ojos
que tienen rumbo seguro
en la redondez de tu vientre
como una esfera perpetuamente inacabada
en la morosidad de tus palabras
veloces como fieras fugitivas
en la suavidad de tu piel
ardiendo en ciudades incendiadas
en el lunar único de tu brazo
anclé la nave.
Navegaríamos,
si el tiempo hubiera sido favorable.


“Linguística general” 1979

Que paren todos los relojes

Que paren todos los relojes, corten el teléfono.
Eviten que el perro ladre dándole un hueso jugoso.
Silencien los pianos y, con un sonido suave
Traigan el ataud, dejen venir a los deudos.
Permitan a los aviones dar círculos en lo alto
Escribiendo en el cielo el mensaje:ella está muerta.

Coloquen crespones alrededor de los cuellos blancos de
los servidores públicos
Permitan usar guantes negros de algodón a los policias.

Ella era mi norte, mi sur, mi este y mi oeste
Mi semana de trabajo y mi domingo de descanso
Mi mediodía, mi medianoche, mi conversación y mi canción
Pensé que el amor duraría para siempre, me equivoqué.

Ahora no se necesitan las estrellas, sáquelas todas;
Llévense la luna y desmantelen el sol;
Vacien el océano y limpien el fondo;
Pues nada, ahora podrá ser como antes.

Stop all the clocks, cut off the telephone,
Prevent the dog from barking with a juicy bone,
Silence the pianos and with muffled drum
Bring out the coffin, let the mourners come.

Let aeroplanes circle moaning overhead
Scribbling on the sky the message He is Dead.
Put crepe bows round the white necks of the public doves,
Let the traffic policemen wear black cotton gloves.

He was my North, my South, my East and West,
My working week and my Sunday rest,
My noon, my midnight, my talk, my song;
I thought that love would last forever: I was wrong.

The stars are not wanted now; put out every one,
Pack up the moon and dismantle the sun,
Pour away the ocean and sweep up the wood;
For nothing now can ever come to any good.

El silencio

Entender que es carencia, y que en su hueco
vierten todos los ríos, se desaguan
otros excesos y otras abundancias;
y que por eso ahora, entre nosotros,
en esta habitación hecha de puros
roces, sobreentendidos, contenciones
o súbitas catástrofes de tos,
de hombre cansado que se reacomoda
en el sillón, haciéndolo crujir,
o de mujer que tensa en la penumbra
el arco de un bostezo, comparecen
otros ruidos ajenos, se acrecientan
los pasos de un extraño calle abajo,
irrumpe el corro insomne de los pájaros,
se destrenza una risa o se agiganta
el sigilo de un gato, el cauteloso
desperezarse de las cacerolas
al fondo de las alacenas. Sientes,
sentimos una urgencia por decirnos
algo que ya sabemos y hemos dicho,
sin decirlo, otras veces. Cierro el libro
y el silencio de fuera se repliega
a sus fondos de bóveda, a sus pliegues.

Ya tiene entidad propia, ya se extiende
este silencio nuestro a nuestros pies

como una playa extensa, ganada a la marea.

24 meses, 24 poemas

DIME MUJER

Dime mujer dónde escondes tu misterio
mujer agua pesada volumen transparente
más secreta cuanto más te desnudas
cuál es la fuerza de tu esplendor inerme
tu deslumbrante armadura de belleza
dime no puedo ya con tantas armas
mujer sentada acostada abandonada
enséñame el reposo el sueño y el olvido
enséñame la lentitud del tiempo
mujer tú que convives con tu ominosa carne
como junto a un animal bueno y tranquilo
mujer desnuda frente al hombre armado
quita de mi cabeza este casco de ira
cálmame cúrame tiéndeme sobre la fresca tierra
quítame este ropaje de fiebre que me asfixia
húndeme debilítame envenena mi perezosa sangre
mujer roca de la tribu desbandada
descíñeme estas mallas y cinturones de rigidez y miedo
con que me aterro y te aterro y nos separo
mujer oscura y húmeda pantano edénico
quiero tu ancha olorosa robusta sabiduría
quiero volver a la tierra y sus zumos nutricios
que corren por tu vientre y tus pechos y que riegan tu carne
quiero recuperar el peso y la rotundidad
quiero que me humedezcas me ablandes me afemines
para entender la feminidad la blandura húmeda del mundo
quiero apoyada la frente en tu regazo materno
traicionar al acerado ejército de los hombres
mujer cómplice única terrible hermana
dame la mano volvamos a inventar el mundo los dos solos
quiero no apartar nunca de ti los ojos
mujer estatua hecha de frutas paloma crecida
déjame siempre ver tu misteriosa presencia
tu mirada de ala y de seda y de lago negro
tu cuerpo tenebroso y radiante plasmado de una vez sin titubeos
tu cuerpo infinitamente más tuyo que para mí el mío
y que entregas de una vez sin titubeos sin guardar nada
tu cuerpo pleno y uno todo iluminado de generosidad
mujer mendiga pródiga puerto del loco Ulises
no me dejes olvidar nunca tu voz de ave memoriosa
tu palabra imantada que en tu interior pronuncias siempre desnuda
tu palabra certera de fulgurante ignorancia
la salvaje pureza de tu amor insensato
desvariado sin freno brutalizado enviciado
el gemido limpísimo de la ternura
la pensativa mirada de la prostitución
la clara verdad cruda
del amor que sorbe y devora y se alimenta
el invisible zarpazo de la adivinación
la aceptación la comprensión la sabiduría sin caminos
la esponjosa maternidad terreno de raíces
mujer casa del doloroso vagabundo
dame a morder la fruta de la vida
la firme fruta de luz de tu cuerpo habitado
déjame recostar mi frente aciaga
en tu grave regazo de paraíso boscoso
desnúdame apacíguame cúrame de esta culpa ácida
de no ser siempre armado sino sólo yo mismo.

24 meses, 24 poemas

¿Y si dios fuera una mujer?
pregunta juan sin inmutarse
vaya vaya si dios fuera mujer
es posible que agnósticos y ateos
no dijéramos no con la cabeza
y dijéramos sí con las entrañas

tal vez nos acercáramos a su divina desnudez
para besar sus pies no de bronce
su pubis no de piedra
sus pechos no de mármol
sus labios no de yeso

si dios fuera mujer la abrazaríamos
para arrancarla de su lontananza
y no habría que jurar
hasta que la muerte nos separe
ya que sería inmortal por antonomasia
y en vez de transmitirnos sida o pánico
nos contagiaría su inmortalidad

si dios fuera mujer no se instalaría
lejana en el reino de los cielos
sino que nos aguardaría en el zaguán del infierno
con sus brazos no cerrados
su rosa no de plástico
y su amor no de ángeles

ay dios mío dios mío
si hasta siempre y desde siempre
fueras una mujer
qué lindo escándalo sería
qué venturosa espléndida imposible
prodigiosa blasfemia.

24 meses, 24 poemas

Las palabras son barcos
y se pierden así, de boca en boca,
como de niebla en niebla.
Llevan su mercancía por las conversaciones
sin encontrar un puerto,
la noche que les pese igual que un ancla.

Deben acostumbrarse a envejecer
y vivir con paciencia de madera
usada por las olas,
irse descomponiendo, dañarse lentamente,
hasta que a la bodega rutinaria
llegue el mar y las hunda.

Porque la vida entra en las palabras
como el mar en un barco,
cubre de tiempo el nombre de las cosas
y lleva a la raíz de un adjetivo
el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
la luz de una ciudad reflejada en un río.

Por eso, niebla a niebla,
cuando el amor invade las palabras,
golpea sus paredes, marca en ellas
los signos de una historia personal
y deja en el pasado de los vocabularios
sensaciones de frío y de calor,
noches que son la noche,
mares que son el mar,
solitarios paseos con extensión de frase
y trenes detenidos y canciones.

Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.

24 meses, 24 poemas

La poesía es un arma cargada de Futuro

Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas,

cuando se miran de frente
los vertiginosos ojos claros de la muerte,
se dicen las verdades:
las bárbaras, terribles, amorosas crueldades.

Se dicen los poemas
que ensanchan los pulmones de cuantos, asfixiados,
piden ser, piden ritmo,
piden ley para aquello que sienten excesivo.

Con la velocidad del instinto,
con el rayo del prodigio,
como mágica evidencia, lo real se nos convierte
en lo idéntico a sí mismo.

Poesía para el pobre, poesía necesaria
como el pan de cada día,
como el aire que exigimos trece veces por minuto,
para ser y en tanto somos dar un sí que glorifica.

Porque vivimos a golpes, porque apenas si nos dejan
decir que somos quien somos,
nuestros cantares no pueden ser sin pecado un adorno.
Estamos tocando el fondo.

Maldigo la poesía concebida como un lujo
cultural por los neutrales
que, lavándose las manos, se desentienden y evaden.
Maldigo la poesía de quien no toma partido hasta mancharse.

Hago mías las faltas. Siento en mí a cuantos sufren
y canto respirando.
Canto, y canto, y cantando más allá de mis penas
personales, me ensancho.

Quisiera daros vida, provocar nuevos actos,
y calculo por eso con técnica qué puedo.
Me siento un ingeniero del verso y un obrero
que trabaja con otros a España en sus aceros.

Tal es mi poesía: poesía-herramienta
a la vez que latido de lo unánime y ciego.
Tal es, arma cargada de futuro expansivo
con que te apunto al pecho.

No es una poesía gota a gota pensada.
No es un bello producto. No es un fruto perfecto.
Es algo como el aire que todos respiramos
y es el canto que espacia cuanto dentro llevamos.

Son palabras que todos repetimos sintiendo
como nuestras, y vuelan. Son más que lo mentado.
Son lo más necesario: lo que no tiene nombre.
Son gritos en el cielo, y en la tierra son actos.

Tú ...

UN hermoso cabello
que con mi mano aliso;

frente tras la que pienso,
mirada en que me miro;

boca de la que bebo
agua de gozos íntimos;

oído para el requiebro,
cuello hacia donde giro;

hombro sobre el que sueño
pecho con mi latido;

brazo en el que me enredo,
mano con que acaricio;

vientre donde me siembro
y renuevo y revivo;

urna de mi universo
manantial de mí mismo;

pierna en que me sostengo,
pie para mi camino.


Poema de Antonio Murciano

24 meses, 24 poemas

NO TE QUIERO sino porque te quiero
y de quererte a no quererte llego
y de esperarte cuando no te espero
pasa mi corazón del frío al fuego.
Te quiero sólo porque a ti te quiero,
te odio sin fin, y odiándote te ruego,
y la medida de mi amor viajero
es no verte y amarte como un ciego.
Tal vez consumirá la luz de enero,
su rayo cruel, mi corazón entero,
robándome la llave del sosiego.
En esta historia sólo yo me muero
y moriré de amor porque te quiero,
porque te quiero, amor, a sangre y fuego.

24 meses, 24 poemas

Anterior a tu cuerpo es esta historia
que hemos vivido juntos
en la noche inconsciente.

Tercas simulaciones desocupan
el espacio en que a tientas nos
buscamos,
dejan en las proximidades
de la luz un barrunto
de sombras de preguntas nunca
hechas.

En vano recorremos
la distancia que queda entre las últimas
sospechas de estar solos,
ya convictos acaso de esa interina
realidad que avala siempre
el trámite del sueño.

24 meses, 24 poemas

Amor mío, mi amor, amor hallado
de pronto en la ostra de la muerte.
Quiero comer contigo, estar, amar contigo,
quiero tocarte, verte.

Me lo digo, lo dicen en mi cuerpo
los hilos de mi sangre acostumbrada,
lo dice este dolor y mis zapatos
y mi boca y mi almohada.

Te quiero, amor, amor absurdamente,
tontamente, perdido, iluminado,
soñando rosas e inventando estrellas
y diciéndote adiós yendo a tu lado.

Te quiero desde el poste de la esquina,
desde la alfombra de ese cuarto a solas,
en las sábanas tibias de tu cuerpo
donde se duerme un agua de amapolas.

Cabellera del aire desvelado,
río de noche, platanar oscuro,
colmena ciega, amor desenterrado,

voy a seguir tus pasos hacia arriba,
de tus pies a tu muslo y tu costado.

Días de 1988 y 1989

Me acuerdo de las noches, siempre muy tarde, que tocaba tu timbre
y me obligabas a subir.
Y yo estaba borracho, como siempre, y traía mi lista de pecados mor-
tales, y a lo mejor temía molestar y tú decías: venga, no seas
tonto, cuéntame qué te pasa. Y yo hablaba y hablaba,
con la sangre en la boca de pura adolescencia pisoteada,
hasta que me dejaban sin palabras tus ojos y tu risa de certeza absoluta de las cosas, porque estabas a salvo del dolor.
Y entonces, poco a poco, ibas desmenuzando mi lista de mentiras hasta
hacerme sentir demasiado pequeño y preocupado, pero a la vez
el mundo ya no era aquel lugar resbaladizo, ya todo estaba bien,
porque me habías salvado del dolor.

A veces, en alguna de esas noches, cuando yo ya te amaba más que a
nada en el mundo, surgía de pronto el "pero" que había que
esquivar mediante subterfugios, toda la noche hablando,
y eso no era normal, siendo tú el implacable sabedor de las cosas que
no deja pasar nada por alto.
Y hoy entiendo que tú te dabas cuenta pero no decías nada y venga a
hablar y a hablar, y era porque sabías que yo era demasiado vulnerable y cobarde,
y es que aquel "pero" éramos simplemente nosotros.

Y luego tú te fuiste a otra ciudad.
Y cuando regresaste nos mentimos.
Y te volviste a ir.
Y yo dejé las cosas como estaban.

Y hoy has vuelto, después de varios años. Pero ahora la muerte
va contigo en tu sangre, y esta vez es en serio, ya no es una palabra.
Me lo cuentas, qué puedo decir yo.
Y lo siento, lo siento. Tú sonríes: no puede hacerse nada, me consuelas a mí porque tú nuevamente vives con las certezas y no hay mayor certeza que la muerte.
Y yo he cambiado tanto, pero aún soy el mismo en las cosas peores:
ya no soy vulnerable, sigo siendo un cobarde, oculto tras los mismos subterfugios,
y como siempre tú ya lo has adivinado.
Que he ido sustituyendo poco a poco mis sueños por una amurallada
fortaleza de hábitos banales, que soy un egoísta e, igual que tan-
tos otros, ya no sé hacer preguntas.

Aunque cuando te vas se me ocurre, qué extraño, que ahora es
cuando de veras me arrepiento de haber sido un cobarde y no haberme acostado contigo entonces. Y ojalá lo supieses, pero no te lo he dicho, igual que entonces.

Cómo me gustaría, ya es demasiado tarde, compensar tantos años de
ceguera, ser yo quien contestase a ese timbre en la noche, tener
los ojos sobrios para ver tu dolor.

Desmenuzar tu muerte y apuntalar el mundo, y decirte: Te quiero.
Conmigo estás a salvo. Ya no sientes dolor.


Poema de José Luis Piquero

24 meses, 24 poemas

Yo sé que existo
porque tu me imaginas.
Soy alto porque tu me crees
alto, y limpio porque tú me miras
con buenos ojos,
con mirada limpia.
Tu pensamiento me hace
inteligente, y en tu sencilla
ternura, yo soy también sencillo
y bondadoso.
Pero si tú me olvidas
quedaré muerto sin que nadie
lo sepa. Verán viva
mi carne, pero será otro hombre
-oscuro, torpe, malo- el que la habita...

24 meses, 24 poemas

Lo que dices de mí
me posee a horcajadas detrás de unos arbustos.

Lo que dices de mí
me aprieta la cintura en medio del océano.

Lo que dices de mí
me araña de los muslos a la nuca
mientras un elefante nos transporta en la selva.

Lo que dices de mí
me tira de los pelos en un piso catorce.

Lo que dices de mí
me saliva la oreja en un vagón.

Lo que dices de mí
me embadurna de aceites aromáticos
dentro de un telescopio enfocado a Saturno.

Lo que dices de mí
mordisquea mi sexo en la estela de un barco.

Lo que dices de mí
jadea en una mesa de un albergue.

Lo que dices de mí
se bebe mi sudor en la calle más céntrica
(en el escaparate de una agencia de viajes).

Lo que dices de mí
tapona con su lengua mi ombligo en una tundra.

Lo que dices de mí
se toca los pezones más allá del espejo.

Lo que dices de mí
dilata su vagina en el arcén
de una autopista en obras.

Lo que dices de mí
grita en un diccionario abierto por la «p».

Lo que dices de mí
se arquea hasta romperse en una alcantarilla.

Lo que dices de mí
me eriza en una lámpara.

Lo que dices de mí
me da masajes rápidos y suaves
en la fuente de un río.

Lo que dices de mí
te besa las axilas en el filo de un hacha.

Lo que dices de mí
acaricia tu pubis en una enredadera.

Lo que dices de mí
desoculta tu clítoris en un alto trapecio.

Lo que dices de mí
me gira y me retuerce en un vaso de vino.

Lo que dices de mí
me amorata en un puerto
asolado después de un maremoto.

Lo que dices de mí
olfatea mi semen dentro de un espejismo.

Lo que dices de mí
se pellizca la piel en un frutero.

Lo que dices de mí
pone un índice mío detrás y otro delante
en un viejo astrolabio.

Lo que dices de mí
pierde el conocimiento en un poema.

24 meses, 24 poemas

Hay momentos de oscuridad en la luz
y de luz en la sombra.

Hay sueños que explotan quedando sin aire
y burbujas de aire que se esconden bajo el agua.

Se combinan, copulan y duermen en la misma cama
calor y frío
duda y certeza
sombra y cariño
seguridad, miedo y amor.

Se mezclan palabras y sinsentidos
oratoria y temor
palabras y sueños
alegrías y dolor
sexo con ganas y sexo sin pasión.

Y dudo de si el paisaje, el futuro y los sueños
son globos que explotarán
paisajes de luz
pesadillas sin despertar
o tan sólo vida sin más.

Mezclas,
vaivenes
montañas rusas y
desequilibrio.
Amor
dudas
entrega y
hastío.
¿Quién es capaz de definir nada
entre tanta combinación?

La respuesta racional dice
"aprende a vivir sin definir las cosas,
la definición de las emociones no da el control"

Los miedos responden
"busca tu rincón sin miedo,
pero recuerda que el precio es el silencio".

Cada paso susurra
"limítate a seguir viviendo".

Tú, entretanto,
miras tus miedos y
sobrevives a tus sueños.

24 meses, 24 poemas

Así quisiera recordarte,
poderosa en tu entrega,
destilando tu miedo -uva negra y pisada
en la barrica añeja de la sabia lujuria-
para lograr tragarlo dulcemente
convertido en el vino que nos ofrece un dios.

Que tu placer solar
me proteja en la noche, que me recuerde siempre
esa imagen del mundo en que dos cuerpos jóvenes
han vencido a la sombra y se sienten brillar
en su luz invencible.

¿Y quién nos acompaña,
si el rodar del camino va rompiendo los ejes
de la frágil tartana del amor?
¿Y quién
nos acompaña,
a no ser la memoria, ese clavo en la herida,
esa sombra sin cuerpo?

Humo frío será la amada carne,
y quedará mi carne sin refugio,
acompañada sólo de la triste memoria,
esa sal en la llaga, esa llaga sin cura.

Y luego la memoria se deshará en el polvo.
A ese polvo sin madre
que el viento ha de barrer y que serán tus huesos,
yo quisiera salvarlo esta mañana.
A ese cuerpo que hoy,
al contemplarlo arder bajo mi llama hambrienta,
un segundo entreví
aventado en el soplo sin medida del tiempo,
yo quisiera salvarlo en la palabra,
para siempre feliz en su fuego de ahora.
Y he sentido un mareo de atropellados siglos,
de lunas y de soles sin nosotros.

24 meses, 24 poemas

Como el primer cigarro,
los primeros abrazos. Tú tenías
una pequeña estrella de papel
brillante sobre el pómulo
y ocupabas la escena marginal
donde las fiestas juntan la soledad, la música
o el deseo apacible de un regreso en común,
casi siempre más tarde.

Y no la oscuridad, sino esas horas
que convierten las calles en decorados públicos
para el privado amor,
atravesaron juntas
nuestras posibles sombras fugitivas,
con los cuellos alzados y fumando.
Siluetas con voz,
sombras en las que fue tomando cuerpo
esa historia que hoy somos de verdad,
una vez apostada la paz del corazón.

Aunque también se hicieron
los muebles a nosotros.
Frente a aquella ventana -que no cerraba bien-
en una habitación parecida a la nuestra,
con libros y con cuerpos parecidos,
estuvimos amándonos
bajo el primer bostezo de la ciudad, su aviso,
su arrogante protesta. Yo tenía
una pequeña estrella de papel
brillando sobre el labio.

24 meses, 24 poemas

Amada, sólo un tema me queda hoy en la vida:

tú eres mi tema, tú eres mi asunto solitario;

en mi espalda te llevo igual que un dromedario

en el desierto lleva su gran agua escondida;



igual que el dromedario cruza los arenales

una vez y otra vez sin salir del desierto,

con su estéril nostalgia de valle, hasta que es muerto

sobre los arenales, sobre los arenales;



igual que el dromedario yo soporto las cargas

con mi paso cansino de soledad, las llevo

sobre mí por arenas persistentes y largas;



y, como el dromedario, avaricioso, traje

mi cántaro de agua, y te bebo y te bebo

sin otro dios que tú mientras dura el viaje.

24 meses, 24 poemas

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía.
Frente a mi soledad
se alza seriamente
un viejo panorama de edificios sin luna:
luces suaves
de esta madrugada
con gente triste y niebla en las glorietas.
Luces brillantes de la madrugada.

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
casas cerca del mar,
ese cansancio azul de los hoteles,
los cuartos alquilados
donde alguien ha muerto alguna vez.
No pasarán,
los días,
tan despacio.

Pero vendrán las lluvias,
la nostalgia creciendo
como crece el amor en épocas de guerra.
Alguien recordará, seguramente,
el largo invierno del ochenta y seis.

24 meses, 24 poemas

Si yo te odiara, mi odio te daría
en las palabras, rotundo y seguro;
pero te amo y mi amor no se confía
a este hablar de los hombres, tan oscuro.

Tú lo quisieras vuelto en alarido,
y viene de tan hondo que ha deshecho
su quemante raudal, desfallecido,
antes de la garganta, antes del pecho.

Estoy lo mismo que estanque colmado
y te parezco un surtidor inerte.
¡Todo por mi callar atribulado
que es más atroz que el entrar en la muerte!

24 meses, 24 poemas

La puerta, franca.
Vino queda y suave.
Ni materia ni espíritu. Traía
una ligera inclinación de nave
y una luz matinal de claro día.

No era de ritmo, no era de armonía
ni de color. El corazón la sabe,
pero decir cómo era no podría
porque no es forma, ni en la forma cabe.

Lengua, barro mortal, cincel inepto,
deja la flor intacta del concepto
en esta clara noche de mi boda,

y canta mansamente, humildemente,
la sensación, la sombra, el accidente,
mientras ella me llena el alma toda.

24 meses, 24 poemas

Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
volando a la región donde nada se olvida.

Tu forma externa, diamante o rubí duro,
brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
cráter que me convoca con su música íntima,
con esa indescifrable llamada de tus dientes.

Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
no es mío, sino el caliente aliento
que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

Deja, deja que mire, teñido del amor,
enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
donde muero y renuncio a vivir para siempre.

Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
que regando encerrada bellos miembros extremos
siente así los hermosos límites de la vida.

Este beso en tus labios como una lenta espina,
como un mar que voló hecho un espejo,
como el brillo de un ala,
es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
un crepitar de la luz vengadora,
luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

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"He aquí que el silencio fue integrado
por el total de la palabra humana,
y no hablar es morir entre los seres:
se hace lenguaje hasta la cabellera,
habla la boca sin mover los labios,
los ojos de repente son palabras...

...Yo tomo la palabra y la recorro
como si fuera sólo forma humana,
me embelesan sus líneas
y navego en cada resonancia del idioma..."

Pablo Neruda
(Chile, 1904 -1973)

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