CONFIESO QUE HE CREÍDO
Podría no expresarlo y seguir como hasta ahora,
representando el papel de un escéptico;
pero da igual callarlo que escribirlo
si, como Enric decía , no me van a entender.
Lo digo. No Io digo. Lo digo. No Io digo.
Si no me importa a mi, a quién le importa.
No me mueve ambición ni vanidad alguna
y hasta, siendo sincero, me avergüenza
haber llegado al punto de pensar en decirlo
y que esta confesión resulte inoportuna.
Pero me duelen prendas si me callo.
Lo digo. No Io digo. Lo digo, no lo digo
Soy un creyente absurdo que no admite su fe.
No la perdí ni en los peores trances.
Hasta en el cuarto oscuro sé que la conservé.
Fue mi modo de ser no bien tuve conciencia
de que estamos de paso entre una nada y otra.
En esa convicción sin argumentos,
en esa luz que no apagan las sombras,
en ese temporal que la razón ignora,
sin rezos ni liturgias, sin religión ni dogma,
he vivido mis años sin sucumbir al miedo.
Y nada me ha faltado ni me sobra.