NUNCA
hice daño a nadie
-que
yo sepa-;
ni
me importó la vida
de
los otros.
Si
me pidieron algo abrí
los
brazos.
Me
equivoqué a menudo
y
me equivoco.
Escuché.
Puse llave
a
dudas y secretos.
Deudas,
alguna que otra,
la
más grande conmigo.
No
me conozco.
Muchas
veces me dicen
que
siempre estoy
rodeado
de
gente..., sí,
y
a veces
de
tanta multitud
me
encuentro más que
solo.
Fumo
más de la cuenta
y
entro y salgo,
saludo
a muchas caras...
Amigos,
lo que se llama
amigos,
tengo
pocos.
Lloro
cuando no puedo
resistir
el dolor,
pero
me suele hundir
cualquier
mal trago
o
un simple día de otoño.
Por
lo demás
ya veis:
a
la vida le pido
lo
mismo, al fin
y
al cabo, que
vosotros:
que
me deje vivir,
pero
mientras yo pueda
hacerme
cargo.
Por
lo demás,
ya saben:
lo
que me gusta
ver
lo
miro y a la cara.
A
lo que no me va
cierro
los ojos.
1 comentarios:
Sincera declaración. Precioso.
Publicar un comentario
Tus palabras son bien recibidas, ¡gracias!