Aquí estoy, sin perdón ni juramento,
la mujer que ama en el espejo una sombra china,
la que vive, la que mira lejos de las manos
y huye de lo cierto en la figura que se hace,
la que estampa en la pared un ojalá mañana,
una copa al vacío, un papel que se retuerce
y toca techo y baja vertical fugando un vuelo,
la que se acostumbra a tanta nada y se dibuja
un espacio en blanco, la que se ahoga en el humo
del medio cigarrillo y se tapa en las estrellas
porque ha perdido algún zapato sin su pero,
la inconformista, la que estrecha la mirada
y una sonrisa desdibuja.
La que detrás de la pupila se repite…
Paloma Ángel
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