Es ahora la vida
esta extraña y frecuente sensación
de sopor y
distancia,
y es también una luz que vela el mundo:
salir del
caserón tras la comida,
recorrer bajo el sol la carretera
con los
ojos ardientes de un verano
y sentarme en la roca frente al mar.
Abandonarme entonces
al sonido sin pausa de la tierra
mientras me
vence el sueño algún instante
y me moja las sienes con su agua
bendita.
Descubrir con asombro renovado
al pescador que vuelve
cada tarde,
como vuelven las olas,
como vendrá la brisa con la
noche.
y esperar otra vez sobre la roca,
abrumado en el centro de
la vida,
a que la sombra inunde
lentamente mi sombra.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Tus palabras son bien recibidas, ¡gracias!