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lunes, 29 de noviembre de 2010

Mulberry Street



Mulberry Street

Dicen que arrodillarse es humillante.

Que es esta posición la del vencido,
del sumiso, del vil, del que renuncia
a la última esperanza de salvarse.

Que estar arrodillado en una calle,
en un templo o salón, afrenta incluso
a aquel que lo contempla y no lo impide.

Como afrenta una bomba que no estalla
a quien confiaba actuara su explosivo.

Sí. Es innoble actitud arrodillarse
delante de otro ser, cuando el sujeto
es pasivo. Mas no si éste es activo.

Porque hay una excepción en que es victoria,
gozo y satisfacción esta postura:
cuando el sexo la exige ansiosamente.

Entonces es divino arrodillarse.

domingo, 28 de noviembre de 2010

Carta

Mi amada
estará pensando en mí:
¡la una de la madrugada!

¿El amor empieza así,
cada uno solo en su lecho,
sin dormir,
y deseando recibir
otro balazo en el pecho?

El camino
clandestino
con rumor de sabia nueva
y tierra sin pisar, ¿ lleva
a buen fin, a buen destino?
¿O es otra vez el ciclón
que empieza con un suspiro
y que acabará de un tiro
partiéndome el corazón?

No lo sé.
Me temo quo lo sabré
cuando estén llenos de azufre
los silos de la memoria:
¿Sólo comprende el que sufre?
¿Sólo el dolor tiene historia?
¿O quizás, y todavía,
será posible inventar
la historia de la alegría?

¡Preguntar y preguntar,
desvelado,
con azufre en el pasado
y fracturas y despojos
en donde ponga los ojos!

Sin embargo, ¡ah, sin embargo,
don Antonio!,
por entre un saber amargo
aguardo como un demonio
que una mujer, desvelada
por un secreto y un hombre,

ponga mi nombre en su almohada
y al fin se duerma dichosa
con una mano olvidada
orilla a su oscura rosa.

¿No escarmienta la ilusión?
¡La una de la madrugada
y el tictac del corazón
avanzado, sin dormir
y afanoso,
por el tiempo misterioso
que aún falta para morir!

sábado, 27 de noviembre de 2010

Brindis

Brindo por seguir vivo
por encontrarme contigo mañana
brindo por ser humano
morir cada noche al encuentro
de la mujer que amo,
entre sus piernas, edén abierto,
entre sus brazos convertidos
en amor y sueños.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Daños colaterales

Como una pesadilla he atravesado el túnel.
Ya estoy a la salida. Ha sonado el silbato.
¿Han venido a buscarme? Se acercan
los heraldos de la muerte, les veo venir
muy dentro... Ya sólo tienen una misión:
Purificar las heridas que atraviesan mi cuerpo y
disponer el día del lento sacrificio.
De todo lo que fui, sólo queda una sombra,
un herido fantasma, confuso y desarmado
que se dispone a abandonar desolado la escena.
En la última batalla con lo oscuro,
los daños colaterales resultaron mortales.

Jose Infante Martos

viernes, 19 de noviembre de 2010

Tus ojos que nunca se cansaron de los míos

«Tus ojos que antaño nunca se cansaron de los míos,
se inclinan hoy con pesar bajo tus párpados oscilantes
porque nuestro amor declina».

Y responde ella:
«Aunque nuestro amor se desvanezca,
permanezcamos junto al borde solitario de este lago,
juntos en este momento especial
en el que la pasión, pobre criatura cansada, cae dormida.
¡Qué lejanas parecen las estrellas,
y qué lejano nuestro primer beso,
y qué viejo parece mi corazón!».

Pensativos caminan por entre marchitas hojas,
mientras él, lentamente, sosteniendo la mano de ella, replica:
«La Pasión ha consumido con frecuencia
nuestros errantes corazones».

Los bosques les rodeaban, y las hojas ya amarillas
caían en la penumbra como desvaídos meteoros,
entonces un animalillo viejo y cojo renqueó camino abajo.
Sobre él, cae el otoño; y ahora ambos se detienen
a la orilla del solitario lago una vez más.
Volviéndose, vio que ella había arrojado unas hojas muertas,
húmedas como sus ojos y en silencio recogidas
sobre su pecho y su pelo.

«No te lamentes», dijo él, «que estamos cansados
Porque otros amores nos esperan,
odiemos y amemos a través del tiempo imperturbable,
ante nosotros yace la eternidad,
nuestras almas son amor y un continuo adiós».

Poema de William Butler Yeats
Versión de Luis Zalamea

domingo, 14 de noviembre de 2010

Asomado al balcón que soy yo porque te amo...

Asomado al balcón que soy yo porque te amo,
pasas por mis recuerdos
igual que se atraviesa una casa vacía.
Frente a mi soledad
se alza seriamente
un viejo panorama de edificios sin luna:
luces suaves
de esta madrugada
con gente triste y niebla en las glorietas.
Luces brillantes de la madrugada.

Te quedas en Madrid. A mí me esperan
casas cerca del mar,
ese cansancio azul de los hoteles,
los cuartos alquilados
donde alguien ha muerto alguna vez.
No pasarán,
los días,
tan despacio.

Pero vendrán las lluvias,
la nostalgia creciendo
como crece el amor en épocas de guerra.
Alguien recordará, seguramente,
el largo invierno del ochenta y seis.

Poema de Benjamín Prado

sábado, 13 de noviembre de 2010

Cuando estaba esperándote ...

OTRA vez esta noche,
Cuando estaba esperándote,
Me dormí, y en mi sueño
Oí una voz llamándome.
Una voz larga y triste,
Apenas susurrante,
Como un sollozo roto
En los dedos del aire.
Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.
Una voz melodiosa
Que no oyó nunca nadie;
Que cuando más se acerca,
Más parece alejarse.
La voz de un viento oscuro
Que se esconde en los árboles
Y hace temblar sus copas
En la luz de la tarde.
Una voz que me llama
Y no quiere llamarme.
Una voz que parece
Que se apaga al callarse.

Poema de José Bergamín

viernes, 12 de noviembre de 2010

Por qué ...

TÚ que sabes tantas cosas,
Dime por qué vuela el pájaro;
Por qué crecen las espigas;
Por qué reverdece el árbol.
Por qué se alumbran de flores
En primavera los prados.
Por qué no se calla el mar.
Por qué se apagan los astros.
Por qué es sonoro el silencio
En la soledad del campo:
Y el agua corre a esconderse
Entre su risa y su llanto.
Por qué el viento aviva el fuego
Cuando no puede apagarlo.
Por qué el corazón se duerme
Si el alma sigue soñando.

Poema de José Bergamín

jueves, 4 de noviembre de 2010

Alba González Sanza XI PREMIO "GLORIA FUERTES" DE POESÍA JOVEN

XII

Explicar el insomnio es
un antiguo parte de guerra.
Las llanuras de Maratón
o una trinchera bajo el frío
en los bordes de Europa.
Una guerra de sangre
de barro y gritos
atragantados.
Una guerra ebria
de literatura.

Mejor así,
aunque trágico.
Mejor así que contar
cifras sin cuerpo
o nombres numerados
de viejas batallas.

Mejor así, con ojeras
y febril necesidad
de herirte.



ALBA GONZÁLEZ SANZA nació en Oviedo en 1986. Es licenciada en Filología Hispánica y máster en estudios feministas. En la actualidad realiza su tesis doctoral. Es parte de la coordinación del proyecto Hesperya, asociación cultural compuesto por una revista y una editorial que promueve, entre otras cosas, el encuentro nacional de poesía joven La Ciudad en Llamas. Escribe crítica literaria en el blog La tormenta en un vaso. Ha publicado poemas en diversas revistas y alguna antología.

Apuntes de espera
es su primer libro publicado.

miércoles, 3 de noviembre de 2010

Para un bebe

Erase una vez que se era
una mañana fría
unas sabanas calientes
una nube mullida
un sueño de caramelo.

Erase una vez que se era
un príncipe azul
una niña valiente
una madre complaciente
una tata mimosona

Erase una vez que se era
un día que era tu santo
una fiesta porque si
una sonrisa tierna
una mirada feliz

Erase unos mofletes
cuatro pelos de perfil
erase un payasete
un amigo misterioso
una historia sin fin

Erase hoy y mañana
pasado y antes de ayer
era primavera verano
era la vida intensa
lo que tenia que ser