Yo buscaba
sombra de sombras
color
diseminado en las faldas de la aurora,
y aturdía mis ansias
con palabras.
Yo busqué el amor un día
vestida de oro nuevo,
de arbolitos jóvenes y traviesos.
Me herí tanto la planta
de los pies, caminando
sin llegar a alcanzarlo
que, tendida en el rojo
desierto
me ceñí con serpientes de palabras.
Yo buscaba,
me levantaba eufórica
en las mañanas,
gastaba cientos de zapatos
y al final
con la copa vacía
regresaba
y enjugaba mi llanto en el crepúsculo
con pañuelos bordados de palabras.
¡Sí! mi historia
puede colgar del aire.
No es preciso
llamar testigos para relatarla;
solamente un papel amarillento
en el que un viejo sabio
leerá:
-Ocupó evidentemente
un lugar en el tiempo
y el espacio.
Estas letras lo confirman-.
Y el aire vibrará, cantando
una antigua canción, puras palabras.
Matilde Casazola
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