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viernes, 17 de julio de 2009

Palabras y silencios que nos hacen ...

Todo lo que decimos inaugura distancias,
estructura de modo distinto lo que somos
y nuestra relación con lo que existe,
cambia de decorado y cambia de guión,
modifica el sentido de las leyes
y nos hace asumir actitudes y fines
que antes ni siquiera imaginábamos.

Por eso las palabras nos escriben,
es decir, nos tornean, nos labran, nos dibujan.

Para ser más exactos: las palabras,
lejos de ser pasivos instrumentos
en nuestras manos, son gigantas poderosas
desde aquí puedo ver el grosor de sus músculos,
sus ojos inyectados,
la determinación que demuestran sus gestos que nos usan
como materia prima para hacerse sus casas.

Las palabras nos hablan, las palabras nos habitan.
Por eso decir lo que nos dice
(o hablar lo que nos habla, callar lo que nos calla,
escribir lo que escribe nuestra vida)
es mucho más que un acto
de aceptación de la existencia; es
poner una semilla en la palabra
para que diga lo que somos; es
seducir la palabra y penetrarla
para que nos alumbre y nos lleve a su casa:
y nos lleve a una casa que es la nuestra.

Frente a todos aquellos
que están donde no están y no
están donde están,
frente a todos aquellos que al vivir
en una casa ajena en realidad
habitan una cárcel,
la poesía y el amor nos hacen
libres para elegir una casa y un mundo
y nos dejan abiertos para ser elegidos
por la casa y el mundo que elegimos.
...


Poema de Jesús Aguado

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