Pages

domingo, 10 de mayo de 2009

El Beso

¡Qué sola estabas por dentro!
Cuando me asomé a tus labios
un rojo túnel de sangre,
oscuro y triste, se hundía
hasta el final de tu alma.
Cuando penetró mi beso,
su calor y su luz daban
temblores y sobresaltos
a tu carne sorprendida.
Desde entonces los caminos
que conducen a tu alma
no quieres que estén desiertos.
¡Cuántas flechas, peces, pájaros,
cuántas caricias y besos!


Gracias Jimenita por todo, seguiremos buscando Jimenas cada mañana por los autobuses.

2 comentarios:

  1. No soy de muchas palabras...pero sé sonreir por las mañanas cuando la gente aún pasea medio dormida. Besin

    ResponderEliminar
  2. Mu chulo.
    Sigue sonriendo Ana.
    Un beso Fran.

    ResponderEliminar

Tus palabras son bien recibidas, ¡gracias!