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lunes, 5 de mayo de 2008

SONETO II

En fin a vuestras manos he venido,
do sé que he de morir tan apretado
que aun aliviar con quejas mi cuidado
como remedio m’es ya defendido;

mi vida no sé en qué s’ha sostenido
si no es en haber sido yo guardado
para que sólo en mí fuese probado
cuánto corta una ’spada en un rendido.

Mis lágrimas han sido derramadas
donde la sequedad y el aspereza
dieron mal fruto dellas, y mi suerte:

¡basten las que por vos tengo lloradas;
no os venguéis más de mí con mi flaqueza;
allá os vengad, señora, con mi muerte!

2 comentarios:

  1. Seguimos de pie ante uno de los mas grandes de la lengua castellana, innovador, creador, adelantado a su tiempo. Inmenso

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  2. Voy a publicar mucho de el, entremezclado con poetas de nuestro tiempo...
    con tu permiso

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Tus palabras son bien recibidas, ¡gracias!