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Para que tú me oigas,
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.
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Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.
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Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.
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Ellas trepan así por las paredes húmedas.
Eres tú la culpable de este juego sangriento.
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Ellas están huyendo de mi guarida oscura.
Todo lo llenas tú, todo lo llenas.
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Antes que tú poblaron la soledad que ocupas,
y están acostumbradas más que tú a mi tristeza.
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Ahora quiero que digan lo que quiero decirte
para que tú me oigas como, quiero que me oigas.
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El viento de la angustia aún las suele arrastrar.
Huracanes de sueños aún a veces las tumban.
Escuchas otras voces en mi voz dolorida.
Llanto de viejas bocas, sangre de viejos súplicas.
Ámame, compañera. No me abandones. Sígueme.
Sígueme, compañera, en esa ola de angustia.
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Pero se van tiñendo con tu amor mis palabras.
Todo lo ocupas tú, todo lo ocupas.
Voy haciendo de todas un collar infinito
para tus blancas manos, suaves como las uvas.
Hay noches en las que el sueño no llega y llega la reflexion. noches en las que brota una sensibilidad no propia y entonces el maestro Neruda, El poeta, sabe como hacerse un hueco entre nosotros.
Escuchar
Me encanta este poema de Neruda, y ese verso: "Todo lo llenas tú, todo lo llenas", no sé muy bien por qué, me obliga siempre a respirar hondo. Una buena elección la tuya.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Esperanza. Neruda tiene eso tan especial que siempre te obliga a respirar profundamente en algun momento.
ResponderEliminarAunque este no sea para mi, siempre me gustó oirte.
ResponderEliminarSiempre te lo dije.
Vales mucho...
pd aunque no se por que a mi no me sale, pero la imagino