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viernes, 17 de agosto de 2007

Entonces

Entonces el beso conocía el norte y el sur,
el este y el oeste de toda cartografía
como si antes de labio en medio de la lluvia
hubiera sido rosa de los vientos
o brújula del corsario de los siete mares.
Nada estaba preparado
-dormían las leyendas su sueño abisal-
y sin embargo no cabía margen alguno de error:
cada noche atracaba en su alborada,
cada zozobra en su bahía,
cada deseo en su rompeolas.
Así era el amor,
volver a casa
con la red llena de certidumbres
nunca un naufragio en alta muerte
silenciosa
como ahora.



Poeta Madrileña, pasea su poesía entre el Neo Surrealismo y la ironía importada de Francisco de Quevedo, autor sobre el cual escribió su tesis doctoral y siempre dando rienda suelta a la sensualidad con un lenguaje acorde de los tiempos que vivimos. Escribe habitualmente artículos de opinión en el periódico ABC.

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