Los cuerpos sudados, derrengados sobre las sabanas podrían rememorar un acto de amor, algo hermoso, pero no. Ellos son solo parte del vomito de sus cuerpos, de los sueños perdidos, de la necesidad absoluta por conseguir su satisfacción; son putos de sus propios cuerpos, de sus instintos.
Cuando se vieron no se desearon, cuando se dieron cuenta que los dos necesitaban algo que el otro le podía dar, se aprovecharon sin remordimiento. No es placer; si al menos después de tanto ofrecimiento obtuvieran placer ...
Pero no, solo consiguen satisfacer algo su instinto, el placer lo dejan olvidado para aquel amor que un dia se fue para siempre.
De los reencuentros que dejan un sabor amargo, pleno pero amargo.
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