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jueves, 26 de febrero de 2009

Canción de carnaval

Musa, la máscara apresta,
ensaya un aire jovial
y goza y ríe en la fiesta
del Carnaval.

Ríe en la danza que gira,
muestra la pierna rosada,
y suene, como una lira,
tu carcajada.

Para volar más ligera
ponte dos hojas de rosa,
como hace tu compañera
la mariposa.

Y que en tu boca risueña,
que se une al alegre coro,
deje la abeja porteña
su miel de oro.

Únete a la mascarada,
y mientras muequea un clown
con la faz pintarrajeada
como Frank Brown;

mientras Arlequín revela
que al prisma sus tintes roba
y aparece Pulchinela
con su joroba,

di a Colombina la bella
lo que de ella pienso yo,
y descorcha una botella
para Pierrot.

Que él te cuente cómo rima
sus amores con la Luna
y te haga un poema en una
pantomima.

Da al aire la serenata,
toca el auro bandolín,
lleva un látigo de plata
para el spleen.

Sé lírica y sé bizarra;
con la cítara sé griega;
o gaucha, con la guitarra
de Santos Vega.

Mueve tu espléndido torso
por las calles pintorescas,
y juega y adorna el Corso
con rosas frescas.

De perlas riega un tesoro
de Andrade en el regio nido,
y en la hopalanda de Guido,
polvo de oro.

Penas y duelos olvida,
canta deleites y amores;
busca la flor de las flores
por Florida:

Con la armonía te encantas
de las rimas de cristal,
y deshojas a sus plantas,
un madrigal.

Piruetea, baila, inspira
versos locos y joviales;
celebre la alegre lira
los carnavales.

Sus gritos y sus canciones,
sus comparsas y sus trajes,
sus perlas, tintes y encajes
y pompones.

Y lleve la rauda brisa,
sonora, argentina, fresca,
¡la victoria de tu risa
funambulesca!

Ruben Dario

lunes, 23 de febrero de 2009

A media noche...

A media noche
decidiste
que el pudor
se había ido a dormir

Que era indispensable
desnudarse
sentir que la oscuridad
— nerviosa —
te tocaba

Salir
al balcón

Dejar caer la bata

Y no te sorprendió cuando
— a media noche —
salió el sol
para poderte ver.

Yamil Narchi Sadek

domingo, 22 de febrero de 2009

DESPEDIDA

Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta,
pedir los abrigos y marcharnos,
aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo
y en las que cada uno pusimos nuestra identidad;
se quedarán los demás, que cada vez son otros
y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue,
también el hueco de nuestra imaginación se queda
para que entre todos se encarguen de llenarlo,
y nos vamos a nada limpiamente como las plantas,
como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo
y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres,
allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas
esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra,
eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo
con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas
en el que el tiempo se mueve tan despacio
que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua.
O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan
las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas
de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos,
esperanzador y eterno como la existencia de los dioses.
O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando
que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo
por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo,
ya estaba medio mal desde el principio de las eras
y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse
a deshacer el apasionante intríngulis de la creación,
de modo que se queda como estaba, con sus millones,
billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano,
esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos
y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver.
Nos vamos. Hago una caravana a las personas
que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.


Alejandro Aura

COMO LA CHISPA

Toco tu cuerpo y por tu cuerpo
soy tocado
miro tu cuerpo y soy mirado
por tu cuerpo

por él soy inventado

este cuerpo nuestro
arrollado y fugaz como una chispa

huele
y brilla por dentro nuestro cuerpo
satinado.

Alejandro Aura

lunes, 16 de febrero de 2009

Cucharadas

El encanto
de las chocolatinas y las fresas,
como un cuerpo desnudo
con pedacitos de almendra
y unas gotas de miel.

Unos labios de trufa
y natillas calientes
con un poco de helado
y un bizcocho borracho.

La pasión del azúcar quemada
sobre la crema fría
en los postres helados.

El jadeo
de las moras silvestres,
de las claras a punto de nieve
flameadas al horno.

Un hechizo perverso
para las bocas,
para los paladares insomnes
que después de amar
todavía tienen hambre.

Ana Merino

Aunque te diga que no ....

Aunque te diga No, empéñate en Sí,
y si te empujo, procura tú vencerme.
Así que te rechace de mi vida
azotará mi espíritu el perderte.
¡Intuyo que una hoguera tan perfecta
nunca nadie podría ya encenderme...!
Y es duro y es cruel que yo batalle
quitándote de mí. Resueltamente
cortándome de ti, para librarme
de este sordo luchar en que me vences.

Sólo pienso en ti. Repito tu presencia
en un continuado nacer de tus palabras.
Imágenes que son imágenes ya fijas
de tanto recordarlas me turban y enloquecen.
Te veo como un día que fuiste una brevísima
criatura sorprendida por labios repentinos.
Te veo en alta noche, temiendo que tus ojos
mintieran por amor que era yo la que buscabas.

Oh, cómo te contemplo, oh, cómo te persigo;
das vueltas en el aire en rueda que no para!
Yo sólo pienso en ti. Te odio. Te deseo.
Libértame de verte en todo lo que miro;
auséntame de ti, martirizante imagen,
¡que te ven en mis ojos anhelantes, los ciegos!
Tus ojos son las fuentes donde beben los tigres,
que cuando tienen sed no respetan las selvas;
y arrancan, mientras rugen, esas flores sencillas
que entre el romero mueven su poderoso olor.

A tus ojos se vuelcan las entrañas del monte,
y por nacer en ellas, oh, líquido delgado,
consienten que las lenguas vellosas de las fieras,
lamiéndolos con furia, sequen ríos de ojos.

Tanto como el romero florido, cuyo aceite
persistirá en la piel de los fieros sedientos,
huelen cortas raíces y esbeltos anticipos
de las flores oscuras del secreto deseo...

La luna se deshoja como un ave en tu agua.
A los tigres con celo esa luz los persigue
como loco fantasma de una caza suprema
que en el río, tus ojos, es posible alcanzar.

Tengo frío ante ti. Porque fuentes tan frías
no se encienden sin ángel que su calor otorgue.
Y ese ángel que a ti, a tus charcas bajara,
no lo oigo cantar ni lo siento fluir.

¡Ah, tus tigres con sed! Déjalos que nos beban,
y cuando ya mi boca reseca se deshaga,
suéltalos sobre mí, no detengas su ataque:
¡para tus fieras tengo una cierva en mi cuerpo!

Dejarte perder me duele, porque duele en la tierra
que una raíz se seque sin romperse en el tallo
y alumbrar en la flor, para que el aire sepa
lo que la tierra sabe, porque tuvo raíces.

Resignarme a que fluyas por otros cauces, me duele;
porque yo soy un cauce del grueso de tu fuente.
Y para correr en otros tendrás que derramarlos
o que volcarte hondo, rompiéndolos por dentro.

Es que soy tu medida, es que ninguna tierra
será capaz de darte lo que yo te daría,
si en lugar de negarme a que germines, corras,
yo te hiciera mi agua, calentara tu grano.

¡Qué delirio de fuerza que se opone a tu empuje;
qué frenética para que no quiere cedérsete!
Bonito poema este de Carmen conde, el juego del amor, las dudas, las reticencias ante el amado.

viernes, 13 de febrero de 2009

Una canción más de olvido.

Déjame Que te cante la canción del olvido

La canción que se canta bajito

Para no despertar los recuerdos

La canción que se entona dulce

Para que el estomago no reclame

Sus mariposas perdidas.

Déjame que te cante la canción esa

En la que la distancia provoca abandono

En la que el ayer es indiferente

En la que el amor es solo un suspiro callado.

Déjame que repose la tristeza profunda

La desazón por tus ojos hastiados

El adiós no pronunciado

Esos pasos perdidos.

Un día jugamos a recordarnos,

Hoy déjame que te cante la canción del olvido

Para no hacerlo nunca.

jueves, 12 de febrero de 2009

Lagrima


 
 

Cuando una lagrima tuya cae

Me quema el alma.

Abrasa mi piel.

Hace que las margaritas dejen de dudar.

Cuando una lagrima tuya cae

Se rompe un sueño

Se pierde un poema

Consigue que el mundo, en crisis aun, se pare.

Cuando una lagrima tuya cae

Nadie duda de que sea lágrima

Que le puede el dolor a tus pestañas.

Que la vida pierde algo de eso llamado magia.

Cuando una lagrima tuya cae,

Se secan los lagos

Se muere la paz

Se acaban los falsos profetas

Cuando una lagrima tuya cae

Muero por ella.

EL TIEMPO PASARÁ


 

El tiempo pasará y esto no será más que un dime

O quizás solo sea un direte.

El tiempo pasará escondiéndose de todo el mundo

Como si no quisiera vernos

Como si llevara guardada debajo de su gabardina

El oro que dice que vale.

No hay luces, como no hay sombras

No hay esperas y no hay desesperanza,

Solo el tiempo que pasará, poco a poco

Acunándonos entre miradas

E inexorablemente cruel con nuestros recuerdos

Que se marchitaran entre suspiros

Que reflejaran el absurdo si pero no

La estúpida necesidad que todos tenemos

De saber que las cosas están en su sitio.

El tiempo pasará y nos contará

Nuevas historias en las que seremos protagonistas

En las que la sonrisa seguirá siendo una marca de la casa

Pero mientras tanto, esta noche,

¿Donde vemos pasar el tiempo?;

¿en tu casa o en la mía?


 


 


 


 

lunes, 2 de febrero de 2009

DEFINICIONES

Podríamos tener una discusión sobre el amor.
Yo te diría que amo la curiosa manera
en que tu cuerpo y mi cuerpo se conocen,
exploradores que renuevan
el más antiguo acto del conocimiento.

Diría que amo tu piel y que mi piel que te ama,
Que amo la escondida torre que
de repente se alza desafiante
y tiembla dentro de mí
buscando la mujer que anida
en lo más profundo de mi interior de hembra.

Diría también que amo tus ojos
que son limpios y que también me penetran
con vaho de ternura o de preguntas.

Diría que amo tu voz
sobre todo cuando decís poemas,
pero también cuando sonás serio,
tan preocupado por entender
este mundo tan ancho y tan ajeno.

Diría que amo encontrarte
y sentir dentro de mí
una mariposa presa
aleteándome ne el estómago
y muchas ganas de reírme
de la pura alegría de que existía y estás,
de saber que te gustan las nubes
y el aire frío de los bosques de Matagalpa.
Podríamos discutir si es serio esto que
te digo.
Si es una quemadura leve, de segundo, tercer
o primer grado.
Si hay o no que ponerle nombre a las cosas.
Yo sólo una simple frase afirmo
Te amo.

Me queda la palabra

Si he perdido la vida, el tiempo, todo
lo que tiré, como un anillo, al agua,
si he perdido la voz en la maleza,
me queda la palabra.
Si he sufrido la sed, el hambre, todo
lo que era mío y resultó ser nada,
si he segado las sombras en silencio,
me queda la palabra.
Si abrí los labios para ver el rostro
puro y terrible de mi patria,
si abrí los labios hasta desgarrármelos,
me queda la palabra.


Blas de Otero.